Este cubano se convirtió en un héroe sin capa tras rescatar a 25 personas durante las inundaciones dejadas por el huracán Oscar en Guantánamo

Redacción

Jonathan Frómeta Navarro se ha ganado un reconocimiento especial tras las devastadoras inundaciones en San Antonio del Sur, ocasionadas por el huracán Oscar. A pesar de su deseo de mantener un perfil bajo, sus vecinos destacan su valentía y ayuda durante la emergencia, afirmando que “él fue el hombre a agradecer”.

De complexión robusta, Frómeta combina su trabajo en cultura física y pesca submarina con su labor como barbero. Su participación en las labores de rescate comenzó en las primeras horas del 21 de octubre, cuando las lluvias provocaron inundaciones que amenazaron la vida de cientos de personas.

“Este ciclón fue más dañino aquí que el Flora. El agua se represó y llegó a la altura de las placas de muchas casas. No sabíamos lo que venía. Fue desesperante. Desde las dos de la mañana, el agua fue subiendo hasta la rodilla, así que decidimos encaramar las cosas a un metro de altura. A las cuatro ocurrió la inundación grande. Esto era un río completo”, relató Frómeta en declaraciones a Venceremos, visiblemente afectado por lo vivido.

En medio de la crisis, lideró un grupo de jóvenes para trasladar a varios vecinos a la segunda planta de la casa de su tía. “Con un grupo de jóvenes llevé gente de la cuadra a la casa de mi tía, y de ahí me tiré de cabeza a buscar a los niños. Fue una madrugada dura”, recordó.

Al amanecer, cuando los equipos de Salvamento y Rescate llegaron, continuó colaborando con ellos para evacuar a personas mayores y a aquellos en situación de vulnerabilidad. Un momento crítico fue cuando nadó para rescatar a su hija, que estaba atrapada bajo una placa, con un nylon en la cabeza.

“Tuve que atravesar todo el Reparto Cultura y La Plaza, nadando y caminando cuando se podía. Tuvimos que romper la casa de personas atrapadas que casi se ahogaban. No pude llegar a todos. Fue duro”, confesó.

Frómeta logró salvar cerca de 50 personas, rescatando a unos 25 por su cuenta, incluidos nueve o diez niños. Sin embargo, no pudo llegar a todos los afectados. Cuando se le preguntó qué lo impulsó a arriesgar su vida por los demás, respondió: “Me impulsó el humanismo y la paternidad, la necesidad de ayudar a niños que no podían salir porque sus padres no estaban, mujeres con niños solas, adultos mayores e incluso personas tratando de salvar a sus animales”.

Jonathan comentó que el agua tardó en bajar, dejando un panorama desolador de fango y escombros. Perdió todo en su casa. “Doy gracias a Dios por estar vivo, aunque es difícil y no sé si es mejor tener que vivir esto”, concluyó.