Ir al dentista en cuba es una verdadera pesadilla, pero si eres turista y tienes dólares la realidad cambia mucho…

Redacción

Maritere, una jubilada cubana de 67 años, refleja la realidad que enfrentan muchos ciudadanos en Cuba. Necesita una prótesis dental, pero en la consulta de Trinidad, Sancti Spíritus, no hay materiales para completar su dentadura. Es un ejemplo de la difícil situación de la estomatología cubana, donde los nacionales deben soportar la falta de insumos y medicamentos, mientras que las clínicas estatales internacionales ofrecen servicios de lujo a los turistas, quienes pueden recibir cualquier tratamiento sin limitaciones.

“Primero ‘pasé las de Caín’ para extraerme varias piezas… infecciones, falta de antibióticos, dolores insoportables por manipulaciones con material no apropiado”, relata Maritere. Actualmente está en “dieta blanda” porque no puede masticar, y el material para dentaduras está ausente. Esta situación obliga a pacientes como ella a hacer largas filas en diferentes instituciones y a recurrir al mercado negro, donde cada antibiótico o analgésico cuesta sumas significativas. Mientras tanto, la Clínica Internacional de Estomatología Cira García en La Habana ofrece desde simples chequeos hasta cirugías costosas, ajenos a la escasez general.

En esta clínica de La Habana, donde los precios van desde 155 dólares hasta miles de dólares, se promueven implantes dentales con un precio por pieza que oscila entre 650 y 745 dólares, incluyendo los gastos de materiales y equipamiento. Para el cubano promedio, acceder a tratamientos dentales básicos implica buscar suministros en el mercado negro, ya que el sistema de Salud Pública carece de los recursos esenciales. Las redes sociales han dado voz a quienes denuncian el deplorable estado del instrumental y las condiciones precarias en las que los especialistas deben operar.

Desde hace años, las consultas de estomatología en Cuba funcionan solo para atender urgencias debido a la falta de recursos y a problemas como los apagones y la falta de personal. En 2022, la dentista y youtuber cubana Letty Caballero compartió su experiencia durante el servicio social en el policlínico de Zaza del Medio, donde enfrentó la falta de medicamentos y suministros básicos. La situación, lejos de mejorar, ha empeorado y muchos cubanos buscan tratamientos y materiales en redes sociales, desafiando las prohibiciones gubernamentales.

La Ley de Salud Pública cubana garantiza el acceso gratuito a servicios de atención, insumos y medicamentos. Sin embargo, la ineficiencia del sistema ha obligado a la población a recurrir a prácticas ilegales para resolver problemas médicos urgentes. En grupos de Facebook, los cubanos encuentran desde resinas hasta servicios de extracción y limpieza dental, incluso con entrega a domicilio, demostrando la creciente demanda de estos productos en el mercado informal.

El mercado negro no solo satisface la demanda de materiales, sino que también ofrece servicios profesionales, a pesar de la prohibición gubernamental de clínicas privadas. En Santiago de Cuba, las amalgamas se venden por 380 pesos cada una, mientras que en Santa Clara, Luis comentó que a pesar de la prohibición del uso de productos del mercado negro, es la única alternativa para aliviar dolores dentales o atender necesidades básicas.

Algunos, como Rafael en San Miguel del Padrón, tienen la suerte de contar con familiares en el ámbito médico que los asisten en sus casas, aunque deben asumir el costo de los insumos. La baja cobertura de materiales afecta especialmente a los adultos mayores, que necesitan una dentadura adecuada para mantener una correcta digestión y evitar el deterioro cognitivo, un riesgo que ha sido documentado en la Revista Cubana de Estomatología.

La situación es tan crítica que Cuca, de 71 años, ha tenido que recurrir a alternativas como la homeopatía o la acupuntura para evitar el dolor en los procedimientos. Al no encontrar anestesia en su consulta, tuvo que esperar que un familiar le enviara anestesia desde México. La realidad de la salud bucal en Cuba es un reflejo de la crisis general del sistema de salud y las desigualdades que viven los ciudadanos en contraste con el acceso exclusivo que tienen los turistas a los servicios médicos.