Con la cara lavadita y bien peinado, Díaz-Canel le dice a los cubanos que la solución para la escasez y los apagones es “guapear”

Redacción

Recientemente, en una visita al poblado de Calimete en Matanzas, el presidente cubano Miguel Díaz-Canel hizo una controvertida llamada a la “resistencia” en medio de la creciente crisis en la isla. “Hay que guapear”, exhortó el mandatario a los trabajadores y pobladores de la zona, que enfrentan una cruda realidad de escasez de alimentos y constantes apagones, resultado de las malas gestiones que han debilitado al país.

Acompañado por el delegado Herly Sit Zulueta, Díaz-Canel pidió a los trabajadores del central Jesús Sablón (Rabí) Moreno que colaboraran con el sistema eléctrico a través de la zafra de meladura. Según sus palabras, estos esfuerzos ayudarían a aliviar la falta de electricidad, aunque esta no es la primera vez que el presidente hace un llamado a la “autogestión” en lugar de proporcionar soluciones estructurales.

Díaz-Canel también se refirió al autoconsumo como una posible “solución” para los trabajadores y sus familias. “La familia de los trabajadores que desarrollen el autoconsumo van a tener más alimento”, comentó, como si el esfuerzo personal fuera suficiente para compensar la falta de recursos que enfrenta la mayoría de los cubanos. Su mensaje insistía en que cada comunidad debía inspirarse en “buenos ejemplos” para superar las carencias, un planteamiento que, para muchos, elude el verdadero problema.

El mandatario ha repetido incansablemente que los problemas de la isla “nadie los resolverá”, y en esta ocasión no fue diferente. Con su habitual retórica de “resistencia”, expresó: “Hay que guapear, hay que luchar en circunstancias muy difíciles”, frase que utiliza cuando el pueblo cubano parece al límite de su paciencia y resistencia ante una crisis que parece no tener fin.

A modo de justificación, Díaz-Canel explicó que el Estado intenta distribuir “lo poquito que se ingresa”, y que cada semana se enfrentan decisiones difíciles. “Es angustioso”, admitió, para después relatar cómo, en ocasiones, el país ni siquiera logra reunir suficiente dinero para pagar un barco con alimentos o combustible necesario para generar electricidad. En un contexto de apagones prolongados y falta de bienes esenciales, estas declaraciones parecieron insuficientes para la población, que esperaba respuestas concretas a sus necesidades.

El presidente volvió a responsabilizar al embargo estadounidense de las dificultades de la isla, calificándolo como “cruel”. Sin embargo, evitó abordar su propio rol en las decisiones que han agravado la situación, limitándose a alabar la “potencialidad del pueblo” y describirlo como “heroico” y “talentoso”. Mientras, en Guantánamo, muchos perdieron bienes y viviendas tras el huracán Oscar sin recibir el apoyo estatal que esperaban.

“No había nadie para rescatarnos”: el reclamo desesperado de un cubano

En medio de la crisis, surgió un testimonio desgarrador desde San Antonio del Sur, en Guantánamo. Un residente, a cargo de 29 niños en una Escuela Especial, denunció la falta de apoyo durante el paso del huracán. “Nos dejaron solitos allí, 29 niños. Yo tuve que evacuar a los niños, por poco no podemos”, reclamó, señalando que a pesar de las promesas de un equipo de rescate, estos nunca llegaron.

Este ciudadano relató cómo los niños, tras quedar atrapados en la inundación, comenzaron a sufrir de hipotermia, situación que él mismo debió enfrentar sin ayuda externa. La respuesta de Díaz-Canel fue que los niños habían sido llevados a la escuela “precisamente por evacuación”, aunque reconoció que el huracán había sobrepasado sus previsiones. Para muchos cubanos, estas palabras son solo otra muestra de la desconexión entre el gobierno y la realidad que enfrenta el pueblo día a día.

A medida que las dificultades aumentan, las demandas de soluciones concretas y efectivas se hacen más fuertes en toda la isla. Sin embargo, la constante apelación del gobierno a “resistir” y “guapear” parece insuficiente para una población que ya se encuentra exhausta. La falta de medidas reales para enfrentar la crisis pone en evidencia las carencias de un sistema que depende de los esfuerzos individuales en lugar de resolver los problemas de fondo.