El paso del huracán Oscar por la región oriental de Cuba ha dejado a muchas familias sumidas en la incertidumbre y la desesperación. En ciudades como Guantánamo, a 84 kilómetros de Imías, familiares como Katiuska Montoya viven una angustia profunda al no tener noticias de sus seres queridos en las zonas más afectadas. “No sé si están bien, si el huracán les llevó la casa, si tienen comida, agua… No sé qué ha pasado con ellos”, expresó Katiuska, reflejando el sentir de miles de cubanos que aún esperan saber cómo están sus familiares en el área devastada por el ciclón.
Oscar tocó tierra en la región de Baracoa y afectó gravemente a los municipios de Imías, San Antonio del Sur y Baracoa. En estos lugares, el huracán, que se degradó a tormenta tropical, permaneció casi estacionario, descargando lluvias torrenciales que causaron el desbordamiento de ríos y la inundación de áreas bajas. Los efectos fueron devastadores: ríos desbordados inundaron casas hasta casi el techo, y poblados enteros quedaron sumergidos en un caos que ha costado vidas, incluida la de una niña de cinco años y tres ancianos mayores de 80. Con imágenes que circulan en redes sociales, se ven jóvenes lanzándose al agua para rescatar a sus vecinos, mientras la Defensa Civil parece ausente en medio del desastre.
En Imías, el panorama es igual de alarmante. Las pocas imágenes disponibles muestran techos y estructuras de viviendas completamente destruidos, postes eléctricos caídos y árboles arrancados de raíz. Sin electricidad ni acceso por carretera debido a los puentes colapsados y los deslizamientos en la carretera de La Farola, Imías permanece incomunicado. Los familiares temen que la situación sea mucho peor de lo que se ha informado, y la angustia crece a medida que pasan los días sin recibir noticias ni ayuda suficiente.
Imías es un municipio marcado por la pobreza y el abandono, donde muchas familias dependen de remesas del exterior para sobrevivir. Según Diannelis Aranda, una cubana en España que tiene familiares en la zona, muchos residentes ni siquiera estaban informados del huracán debido a la falta de electricidad y de cobertura móvil. “Hay personas que no sabían del huracán, y quienes se enteraron no pudieron prepararse bien porque no había información suficiente”, explica Diannelis, quien acaba de enterarse que su familia perdió todas sus pertenencias, pero afortunadamente sobrevivieron.
La situación de incomunicación en Imías es desesperante. Según Katiuska, su hermana, que vive en una zona de difícil acceso, solo logra comunicarse cuando sube seis kilómetros hasta la bodega del pueblo. “La última vez que hablé con ella fue hace casi un mes”, lamenta Katiuska, preocupada porque en las zonas rurales no hay cobertura telefónica ni electricidad desde días antes de la llegada de Oscar.
Además de la incomunicación, el hambre y la falta de agua potable son una preocupación creciente. Sin electricidad, los pocos alimentos en los hogares se han descompuesto, y los cultivos han sido devastados por el huracán. Diannelis, aunque aliviada de que su familia esté a salvo, teme que la escasez de alimentos los afecte gravemente: “Les han llevado agua y algunos víveres en helicópteros, pero mi familia no ha recibido nada. Imías parece ahora un campo de guerra”.
En medio de esta tragedia, la solidaridad emerge entre los cubanos. Desde la ciudad de Guantánamo, muchos intentan donar lo poco que tienen para enviar ayuda a las zonas afectadas. Sin embargo, llegar hasta Imías es imposible por ahora. Para Katiuska, la preocupación es saber qué están comiendo sus familiares y si tienen acceso a recursos básicos para sobrevivir, especialmente en zonas de peligro como el río Veguita, donde vive su hermana Maritza con su esposo, su hija y sus nietos pequeños.
A casi una década del paso de Matthew en 2016, que también dejó a muchas familias sin nada, la historia se repite. Katiuska y otros familiares de Imías esperan una vez más, entre la incertidumbre y la esperanza, recibir noticias de sus seres queridos y de que llegue la ayuda necesaria.