La reciente crisis humanitaria en Guantánamo tras el paso del huracán ha dejado al descubierto una serie de errores que, según los habitantes de las comunidades más afectadas, pudieron haberse evitado. San Antonio del Sur e Imías son solo algunos de los lugares donde los testimonios de los vecinos ilustran una situación de desamparo y desorganización.
La situación de emergencia se vio agravada por la falta de electricidad y comunicación. «Estuvimos días sin saber nada», comenta Laura, una residente de San Antonio del Sur. «El apagón del 18 nos dejó desconectados y sin información sobre lo que estaba sucediendo». Esta falta de comunicación no solo generó incertidumbre, sino que también dificultó la coordinación de las acciones de emergencia.
Otro vecino, Roberto, destaca la falta de equipos adecuados para la activación del «consejo de defensa». «No había radiocomunicadores, así que no pudimos avisar a la gente sobre lo que estaba pasando», explica. «La dirección no estaba preparada y eso costó vidas». De hecho, varios habitantes se vieron sorprendidos por la crecida de los ríos, lo que resultó en trágicas pérdidas.
La escasez de combustible también fue un factor crítico. «No había gasolina suficiente para enviar vehículos a las comunidades más afectadas», señala Ana, una residente de Imías. «Esto limitó nuestra capacidad de actuar rápido y ayudar a quienes más lo necesitaban». Además, muchos se quejan del mal manejo de los alimentos, ya que parte de la ayuda se echó a perder. «Tenían arroz almacenado, pero no lo distribuyeron a tiempo», critica Miguel, un agricultor de la región.
El pronóstico meteorológico también falló, según Elena, una madre de familia. «Dijeron que las lluvias serían ‘aparentes’ y que no había peligro, pero eso no fue cierto. La geografía de la región, con montañas que atrapan nubes, empeoró la situación», relata. Este mal pronóstico contribuyó a la inundación de muchas viviendas, generando caos y desolación.
El control rígido de la ayuda por parte del MININFAR ha sido otro punto de crítica. «La ayuda está tan controlada que no llega a las personas que realmente la necesitan», se queja Jorge, un líder comunitario. La lentitud en la distribución de suministros ha dejado a muchas familias sin apoyo vital.
En medio de esta crisis, las redes sociales han surgido como una herramienta clave para la comunicación y la ayuda. «Lo que hemos hecho a través de las redes ha sido más efectivo que cualquier respuesta oficial», asegura Clara, una activista local. «Mientras el gobierno estaba perdido, nosotros estábamos ayudando a los demás a través de fotos y mensajes».