¿Cómo sobreviven los presos en Cuba? Denuncias alarmantes de las prisiones

Redacción

condenados cadena perpetua Cuba

En medio de la grave crisis que azota a Cuba, los reclusos han quedado entre los más afectados, viviendo una realidad aún más extrema que la del resto de la población. Las precarias condiciones dentro de las cárceles cubanas, ya de por sí alarmantes, se han agravado hasta niveles intolerables. En un país donde la escasez afecta cada rincón, las prisiones no son la excepción, y las personas privadas de libertad están enfrentando lo peor de la crisis.

Recientemente, Sissi Abascal Zamora, presa política del 11J, denunció la falta de agua en la prisión de mujeres La Bellotex, ubicada en Matanzas. Esta denuncia fue compartida por la organización de derechos humanos Cubalex, que también ha estado informando sobre las condiciones inhumanas dentro de las cárceles cubanas. Sin acceso al agua, las presas ven gravemente afectadas su salud y su capacidad para mantener la higiene, algo fundamental en cualquier contexto, pero mucho más dentro de una prisión.

30 horas sin agua en las cárceles cubanas

Otro caso que resalta la magnitud de la crisis es el denunciado por el activista Marcel Valdés, quien expuso que en la cárcel de Guanajay, en Artemisa, los reclusos pasaron más de 30 horas sin acceso al agua. Esta situación no solo viola los derechos básicos de los presos, sino que también representa un peligro constante para su salud. En un entorno donde las enfermedades pueden propagarse con facilidad, la falta de agua para beber o asearse agrava aún más los problemas que ya enfrentan.

Cubalex, en un comunicado, subrayó que las prisiones cubanas apenas cuentan con electricidad durante cuatro horas al día. Esta limitación afecta directamente el suministro de agua en medio de los apagones que atraviesa todo el país, dejando a los reclusos sin poder bañarse ni mantener una mínima higiene durante días enteros.

Condiciones inhumanas en las prisiones cubanas

El prisionero político José Armando Torrente Muñoz, desde la prisión Kilo 9 en Camagüey, denunció la situación crítica que atraviesan los reclusos en ese penal. Según Torrente, la alimentación es tan deficiente que muchos presos sufren de desnutrición. El hacinamiento es otro problema alarmante: debido a la falta de espacio y colchones suficientes, muchos reclusos se ven obligados a dormir en el suelo. Como “solución”, las autoridades han instalado literas de tres niveles, lo que, en lugar de mejorar las condiciones, solo añade un riesgo adicional en caso de cualquier accidente o conflicto dentro de las celdas.

Estas denuncias no solo ponen en evidencia el colapso del sistema penitenciario cubano, sino que también reflejan el fracaso del sistema comunista en garantizar condiciones mínimas de dignidad para los ciudadanos, incluso aquellos privados de libertad. Las prisiones cubanas, con sus paredes desgastadas y su infraestructura colapsada, se han convertido en un verdadero infierno para los reclusos, quienes ya de por sí viven bajo un régimen opresivo y sin acceso a derechos fundamentales.

La cruda realidad de los presos en Cuba

La crisis dentro de las cárceles cubanas no es un secreto. Desde hace años, organizaciones de derechos humanos han denunciado las pésimas condiciones en que se encuentran los penales de la Isla. Sin embargo, en los últimos tiempos, esta realidad ha alcanzado un nuevo nivel de gravedad, y los presos se encuentran ahora en situaciones de vida o muerte. La falta de agua, la desnutrición, los apagones y el hacinamiento hacen que la vida en las cárceles sea una tortura diaria para quienes están atrapados en un sistema que parece haberlos olvidado.

La comunidad internacional debe prestar atención a las voces que denuncian estas condiciones. Las personas encarceladas, independientemente de sus delitos, no merecen vivir en situaciones que ponen en riesgo su vida y su dignidad humana. El sistema penitenciario cubano es un reflejo más de la profunda crisis que atraviesa el país, y es necesario que se tomen medidas urgentes para garantizar los derechos de los reclusos, quienes, al igual que el resto de la población, están sufriendo las consecuencias de un sistema fallido.