El ingeniero nuclear, Pelayo Calante, ha expuesto los factores que llevaron al colapso energético en Cuba, ocasionando apagones masivos en toda la isla, con algunas zonas sumidas en la oscuridad durante casi cinco días.
Este apagón generalizado comenzó con la desconexión total de la red eléctrica nacional, que conecta todo el país a través de líneas de alta tensión. La crisis se agravó cuando el sistema no logró equilibrar la oferta y la demanda de energía. Las plantas termoeléctricas, que son la principal fuente de generación en Cuba, no pudieron satisfacer las necesidades, lo que resultó en desconexiones programadas para evitar daños mayores a las centrales.
Durante su intervención en América TeVé, Calante subrayó que la infraestructura energética cubana ha sufrido un deterioro significativo a lo largo de las décadas. Muchas plantas operan desde hace más de 30 años sin el mantenimiento necesario. Por ejemplo, la central Antonio Guiteras en Matanzas, que antes tenía una capacidad de 330 MW, ahora produce menos de 200 MW debido al desgaste. El combustible que utilizan, con altos niveles de azufre, agrava la corrosión de las calderas, lo que incrementa la frecuencia de reparaciones.
El sistema eléctrico en Cuba está diseñado para funcionar a 60 Hz, una frecuencia crítica para evitar fallos en los equipos. Cuando la generación es insuficiente, la frecuencia disminuye, lo que obliga a cortes de energía para restablecer el equilibrio. Sin embargo, esta medida no ha sido suficiente para frenar la crisis.
Calante criticó la llamada «revolución energética» del gobierno cubano, que se ha centrado en la compra de grupos electrógenos y plantas móviles para satisfacer la demanda en momentos críticos. Según el ingeniero, esta estrategia fue errónea; los recursos utilizados en grupos electrógenos habrían sido mejor invertidos en la rehabilitación de la infraestructura eléctrica existente.
Otro aspecto clave es la falta de inversión en el sector energético y la fuga de profesionales en la producción de energía. La crisis económica y las malas condiciones laborales han llevado a muchos ingenieros a abandonar el país, dejando a las plantas con trabajadores menos capacitados, lo que dificulta el mantenimiento y aumenta el riesgo de fallos.
El gobierno ha priorizado proyectos turísticos en lugar de invertir en la modernización del sector energético. Calante mencionó que el dinero destinado a hoteles de lujo podría haber financiado nuevas plantas termoeléctricas, aliviando así la presión sobre el sistema eléctrico envejecido.
Aunque el gobierno atribuye la crisis al embargo estadounidense, el experto aclaró que ninguna planta termoeléctrica en Cuba utiliza tecnología de EE. UU. Las instalaciones son de países como Rusia, Francia, Japón y la antigua Checoslovaquia. Esta diversidad en los proveedores complica el mantenimiento, ya que cada planta necesita piezas y conocimientos específicos.
El ingeniero se mostró pesimista respecto a una solución rápida para la crisis. Aun con los fondos y materiales necesarios, las reparaciones de las plantas termoeléctricas tomarían al menos un año y medio. Para resolver el problema a largo plazo, es fundamental no solo reparar las instalaciones existentes, sino también modernizar la red eléctrica en su totalidad.
La falta de electricidad afecta a todos los sectores productivos, siendo especialmente perjudicial en la producción de alimentos como pan y leche, lo que agudiza la escasez de productos esenciales. Molinos de trigo y plantas lácteas han cesado sus operaciones, dejando a muchos sin acceso a estos alimentos.
Esta situación ha llevado a un aumento en las protestas en varias partes del país. Regiones como Guantánamo y Holguín han sido escenario de manifestaciones, intensificadas por los efectos de la tormenta tropical Óscar. En respuesta, el gobierno ha optado por la represión, calificando a los manifestantes de «vandálicos» y «borrachos».