Balto, Pepa, Mami, Yohana, Negro y la pequeña gatita Mini son algunos de los afortunados rescatados por activistas de animales en Cuba. Tras ser sacados de las calles, estos animales han sido alimentados, desparasitados y esterilizados. Ahora, los protectores de animales se esfuerzan por encontrarles un hogar.
Estos animales fueron abandonados por personas que emigraron o que no pudieron mantenerlos, un fenómeno que ha crecido en la isla. “Recibimos llamadas de personas que desean dejar a sus mascotas justo antes de emigrar y no saben a dónde llevarlas”, comenta Elizabeth Meade, técnica veterinaria y fundadora de Adopciones por Amor, una organización que opera gracias a donaciones.
En su refugio en Playa, La Habana, Meade y su equipo albergan actualmente 27 gatos y siete perros. En el último año, han logrado encontrar hogar a más de 300 animales rescatados. Sin embargo, alrededor de 30 han sido devueltos porque sus nuevos dueños decidieron abandonar el país, y otros varios se han perdido, lo que dificulta su seguimiento.
“También nos contactan vecinos cuando encuentran a un gato o perro abandonado en sus edificios o calles, porque las familias han vendido sus casas o se han ido”, explica Meade. Para muchos de estos animales, “el desenlace no siempre es feliz”.
Llevarse a una mascota al emigrar no siempre es posible. Las travesías irregulares hacia Estados Unidos son complicadas y los costos de transporte en avión son elevados. Sin embargo, “la situación migratoria o económica no justifican el abandono de animales”, lamentan los activistas consultados por The Associated Press.
Aunque no existen cifras oficiales sobre el abandono de mascotas, más de seis activistas coinciden en que el aumento es evidente. Muchos animales vagan por las calles, buscando alimento. “Se observan muchos perros y gatos abandonados”, señala Maripaz Álvarez, una voluntaria de 72 años que ayuda en un puesto de adopción en La Habana Vieja.
La situación económica en Cuba ha empeorado. Entre 2020 y 2024, las autoridades estadounidenses registraron más de 600,000 encuentros con migrantes cubanos. Mientras tanto, el Producto Interno Bruto (PIB) cayó un 11% en 2020, y el costo de vida ha aumentado considerablemente. Una bolsa de alimento para perros, que puede durar un par de meses, cuesta alrededor de 70 dólares, y una consulta veterinaria puede alcanzar los 10 dólares, cuando el salario promedio en el sector estatal es de aproximadamente 21 dólares.
Aunque existen clínicas veterinarias gratuitas, suelen carecer de recursos, lo que lleva a muchos a buscar atención privada. Además, el costo anual de las vacunas para mascotas ronda los 20 dólares.
A pesar del aumento en el abandono de animales, el activismo ha crecido, especialmente desde 2018, con el acceso a internet y el uso de redes sociales para coordinar esfuerzos. En 2021, se aprobó un decreto de bienestar animal que busca prevenir la crueldad y concienciar sobre la protección de los animales. Sin embargo, los activistas argumentan que las sanciones son insuficientes, ya que se limitan a multas.
“Abandonar un animal es la peor forma de maltrato”, afirma Leandro Valdés, un entrenador canino. “Este aumento está relacionado con la migración y la pérdida de valores en tiempos de crisis económica”.
Valdés, que adoptó a Koffee, un perro rescatado que ahora lo acompaña en su motocicleta, sostiene que “los temas de bienestar público deben ir acompañados de leyes y educación”, haciendo énfasis en la importancia de campañas sobre la esterilización y el cuidado responsable de los animales.