El Observatorio de Libertad Académica (OLA) ha vuelto a encender las alarmas en torno a la figura de Lis Cuesta Peraza. Esta vez, la denuncia tiene que ver con su participación en foros científicos de alto nivel en Cuba, lo que según la entidad, responde a un claro tráfico de influencias y no a méritos profesionales reales. Cuesta Peraza, esposa del gobernante cubano Miguel Díaz-Canel, ha sido vista en varios eventos académicos donde su presencia ha levantado más críticas que aplausos.
Lo que llama la atención no es solo su participación en estos espacios, sino la justificación de su inclusión. Para el OLA, estamos ante un caso más de culto a la personalidad, una estrategia del régimen para usar la academia como herramienta política, decorando su fachada con títulos y reconocimientos que no reflejan verdaderas capacidades científicas.
Un simposio que desató la polémica
Uno de los eventos más recientes en los que Cuesta Peraza fue protagonista es el I Simposio de Deporte, Medio Ambiente y Sociedad, celebrado en Varadero en septiembre. El evento, auspiciado por el INDER, buscaba promover la inclusión en la actividad física y el desarrollo humano en entornos saludables. Sin embargo, toda la atención se desvió hacia la participación de Cuesta y su ponencia sobre «La inclusión social como principio de la exportación de los servicios académicos desde Cuba».
Esta intervención ha sido fuertemente cuestionada, no solo por su contenido, que abordaba temas como la globalización en el deporte cubano, sino también por su base académica. El Observatorio sostiene que su tesis doctoral, defendida en 2023, no pasa los estándares científicos básicos, lo que agrava las dudas sobre su legitimidad.
Irregularidades en el proceso académico
La tesis doctoral de Lis Cuesta ha sido objeto de críticas por la falta de rigurosidad. Coautorizada con Silvia Navarro Quintero, su investigación ha sido descrita como débil, con pocos artículos de respaldo y sin una producción científica sólida que justifique su grado. Además, Cuesta no cumpliría con el requisito del dominio del inglés, lo que plantea serias interrogantes sobre cómo obtuvo su doctorado en un país donde ese es un estándar para la titulación.
Académicos exiliados, como José Raúl Gallego, han denunciado que casos como el de Cuesta Peraza son un reflejo de la decadencia de los estándares académicos en Cuba. Según él, obtener un grado científico se ha convertido en un proceso que prioriza cumplir con cuotas de acreditación por encima del mérito académico.
La peligrosa mezcla entre política y academia
No es la primera vez que una figura política cubana se inserta en el ámbito académico sin los méritos necesarios. El propio Miguel Díaz-Canel vivió una situación similar al ser ministro de Educación Superior, pese a no tener una trayectoria científica destacada. Este tipo de maniobras socava la credibilidad de la academia en el país y refuerza la idea de que los títulos son herramientas políticas, más que logros académicos.
La participación de Cuesta Peraza en foros científicos internacionales añade más leña al fuego, ya que según el OLA, su presencia proyecta una imagen de legitimidad que no se corresponde con sus competencias reales. Aunque algunos altos cargos del régimen la defienden, la comunidad académica sigue dudando de sus méritos.
Un doctorado al servicio de una estrategia gubernamental
El otorgamiento de grados científicos en Cuba ha sido criticado por ser parte de una estrategia para aumentar los ingresos a través de la exportación de servicios académicos. Este proceso ha generado una «producción en serie» de títulos, especialmente en áreas como la pedagogía, donde la calidad ha quedado relegada a un segundo plano.
El caso de Lis Cuesta no es el único, pero su perfil político la convierte en el rostro más visible de esta tendencia. Su reciente reconocimiento como «Mujer de Ciencias» por parte de un consejo internacional solo ha alimentado más la polémica. ¿Es este un intento de legitimar su posición dentro del régimen?