El legendario corredor cubano Alberto Juantorena Danger, doble campeón olímpico en Montreal 1976, se ha retirado de la vida pública debido al deterioro de su salud. A los 73 años, Juantorena enfrenta una serie de complicaciones que han marcado su vida en los últimos meses, generando preocupación entre sus familiares, amigos y seguidores.
Desde hace tiempo, se ha informado que el atleta padece secuelas neurológicas derivadas de complicaciones por COVID-19, combinadas con un dengue hemorrágico. Este complicado cuadro ha afectado gravemente su calidad de vida, llevándolo a someterse a un riguroso tratamiento médico. Según fuentes cercanas a su situación, el santiaguero ha estado luchando contra una afección degenerativa que limita muchas de sus funciones diarias.
A lo largo de su carrera, Juantorena no solo se destacó como un atleta excepcional, sino que también ocupó importantes roles como dirigente en el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER) y en la Federación Internacional de Atletismo. Sin embargo, el avance de su enfermedad hace improbable que pueda retomar cualquier función en el ámbito deportivo.
La comunidad deportiva cubana ha estado pendiente de su situación, y el apoyo de sus seres queridos no ha cesado. La esperanza de sus familiares y amigos se mantiene firme, confiando en que los tratamientos médicos puedan limitar el avance de la enfermedad y mejorar su calidad de vida en el futuro. La historia de Juantorena está marcada por su excepcional talento y determinación, y su legado sigue vivo en el corazón de los cubanos.
Es lamentable que los medios estatales no hayan cubierto ampliamente la situación de este ícono del deporte, dejando a familiares y allegados la responsabilidad de informar sobre su estado. Sin embargo, cada pequeño avance en su salud es celebrado por quienes lo consideran una figura fundamental en la historia del atletismo cubano.
Cualquier novedad sobre su estado de salud, especialmente si es positiva, será compartida. Juantorena representa no solo un hito en el deporte, sino también un símbolo de la resiliencia cubana. Su legado perdura en cada corredor que se inspira en su historia y en cada rincón de la isla donde se recuerda su hazaña en el podio olímpico.