Fallece a los 83 años de edad Luis Tiant, leyenda del béisbol cubano en Grandes Ligas

Redacción

Luis Tiant, considerado por muchos como el mejor lanzador cubano de todos los tiempos, falleció este martes a los 83 años debido a problemas renales. Su carrera en las Grandes Ligas de Béisbol (MLB) fue impresionante y dejó una huella imborrable en el deporte.

Nacido en La Habana en 1940, Tiant destacó en el “Big Show” durante 19 temporadas, vistiendo principalmente los uniformes de los Medias Rojas de Boston y los Indios de Cleveland (Guardianes). Según el periodista especializado Francys Romero, quien dio la noticia en redes sociales, Tiant logró acumular 229 victorias, siendo el lanzador cubano con más triunfos en la historia de la MLB.

Con una efectividad de 3.30, 2,416 ponches y 49 lechadas, Tiant se convirtió en un maestro en la lomita. Su estilo de lanzar único desconcertaba a los bateadores, y su mecánica era considerada exquisita. Entre sus logros más destacados, lideró la Liga Americana en promedio de carreras limpias en dos ocasiones, incluyendo 1968, cuando registró una impresionante efectividad de 1.60, la más baja jamás alcanzada por un pitcher latinoamericano.

Tiant fue seleccionado tres veces al Juego de Estrellas y logró completar 187 juegos a lo largo de su carrera, una hazaña casi inaudita en el béisbol moderno. Sus estadísticas son impresionantes: 3,486 innings lanzados, 66.1 victorias sobre reemplazo (WAR) y un récord invicto de 3-0 con una efectividad de 2.86 en postemporada. Sin embargo, nunca fue incluido en el Salón de la Fama de Cooperstown, una omisión que sigue generando controversia en el ámbito beisbolero.

En el ranking histórico de ligamayoristas cubanos elaborado por el cronista Michel Contreras para CiberCuba, Tiant fue clasificado en el cuarto puesto, destacándose como el mejor lanzador cubano de todos los tiempos.

El legado de Luis Tiant perdura, no solo por sus logros en el campo, sino también por el respeto que inspiró entre sus compañeros, fanáticos y generaciones de peloteros que crecieron admirando su maestría en el montículo.