Exespía Gerardo Hernández dice que los CDR no son una organización de «viejitos» pero reconoce que ningún joven cubano está interesado en ella

Redacción

El exespía cubano Gerardo Hernández Nordelo, actual coordinador nacional de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), señaló que esta organización no se limita a los adultos mayores, a pesar de que muchos de sus líderes son jubilados.

“Estamos combatiendo el estereotipo de que los CDR son una organización de viejitos”, afirmó Hernández en una entrevista con la página oficial Cubadebate.

Durante el 64 aniversario de los CDR, Hernández explicó que la mayoría de los líderes son mayores debido a la historia de la organización y a la escasa participación de los jóvenes, quienes, por diversas razones, están ocupados con estudios y responsabilidades laborales. “Cuando se pregunta a quién le queda tiempo, generalmente es al anciano jubilado que está en casa”, dijo, omitiendo mencionar factores como el éxodo juvenil y el desinterés por involucrarse en las actividades del régimen.

El coordinador subrayó la necesidad de atraer a nuevas generaciones a los CDR. “Queremos nutrirnos de las iniciativas y el deseo de hacer de los jóvenes. Es imprescindible que entiendan que pueden ser parte de la solución a muchos problemas en su entorno”, comentó. Destacó que los jóvenes tienen ideas creativas que pueden ayudar a unir a los vecinos y mejorar la vida comunitaria.

Para fomentar la participación juvenil, Hernández mencionó la figura del “activista de redes”, que busca visibilizar las actividades de los CDR en plataformas digitales. “Se han abierto grupos de WhatsApp para convocar actividades en las zonas”, añadió. A pesar de que el funcionamiento de los CDR varía en el país, con aproximadamente 38,000 comités, algunos han revitalizado sus actividades gracias a jóvenes comprometidos.

Además, destacó que muchos jóvenes están interesados en temas como la defensa del medio ambiente y el bienestar animal, y pueden actuar como activistas en sus comunidades. “Contamos con experiencias de CDR que no hacían prácticamente nada, y un joven empezó a motivar a los vecinos para retomar las actividades”, mencionó.

En resumen, Hernández abogó por un cambio en la percepción de la organización y la necesidad de un relevo generacional, invitando a los jóvenes a participar y desarrollar proyectos que beneficien a sus comunidades.

Sin embargo, la realidad es muy distinta. A 64 años de su creación, muchos cubanos ven en los CDR un nido de delaciones barriales, un instrumento del castrismo que despoja a los ciudadanos de su esencia y pretende convertir a cada vecino en un vigilante del otro. Si los CDR aún existen, es gracias a la poderosa maquinaria represiva del régimen.

¿Quiénes hacen guardias hoy en día? ¿Qué padres inscriben a sus hijos en la organización al cumplir 16 años? ¿Qué patrullas o celebraciones? La gente ya no está “pa’ eso”, y Hernández Nordelo lo sabe, aunque insiste en que avanzan en programas de recogida de “materias primas” y “donaciones de sangre”.

Las actividades son casi risibles. Por ejemplo, en medio de la crisis que enfrenta Cuba, el régimen anunció la venta de un módulo alimenticio por casi 1,000 pesos en Guantánamo para preparar la tradicional caldosa de los CDR, el 28 de septiembre.

Las instituciones del régimen continúan con actos absurdos y propaganda ineficaz, como el reciente homenaje del INDER a los CDR con una caldosa simbólica, tan falsa como el gesto en sí.

La caldosa, que alguna vez fue símbolo de celebración en los barrios cubanos, se ha convertido en un amargo recordatorio de la miseria y la escasez que marcan la vida cotidiana en la isla.