Vivian Limonta Reyes, una madre cubana de un niño de dos años, vive una pesadilla tras ser deportada a finales de agosto desde EE.UU. junto a otras 47 personas. Desde su llegada a la isla, ha enfrentado la impotencia y la desesperación, especialmente porque su hijo tuvo que ser intervenido quirúrgicamente en su ausencia.
Eduardo Soto, abogado de inmigración que lleva su caso, culpa a las autoridades estadounidenses por el mal manejo del proceso migratorio. Según él, las leyes fueron violadas al deportarla sin haber resuelto la «moción de reapertura» de su caso. “Si tienes una reclamación, tienes derecho a permanecer aquí hasta que se decidan los perdones adecuados”, declaró Soto a Telemundo 51.
El abogado también señaló la confusión entre las cortes involucradas: «La corte de Miami tiene que atender nuestros argumentos y la corte de Miami dice que es la corte de Atlanta; alguien tiene que escuchar».
ICE, en un comunicado, alegó que la última moción para reabrir el caso de Vivian fue presentada el 22 de octubre de 2020 y fue negada el 28 de ese mismo mes, lo que llevó a su deportación. «Si la corte acepta nuestros argumentos sobre la falta de notificación, entonces abrirán el caso y ella tendrá derecho a regresar a EE.UU.», concluyó Soto.
Mientras tanto, la angustiada madre continúa en Cuba, donde habla diariamente por videollamada con su hijo diagnosticado con autismo, quien fue operado recientemente en el hospital Nicklaus Children.
La deportación de Vivian fue abrupta. Había vivido en EE.UU. desde 2020 con un permiso I-220B, que le permitió permanecer tras entrar de manera irregular. Sin embargo, todo cambió en su quinta cita con inmigración. «El 15 de julio fui a firmar, y a las 12:30 un deportador salió y me dijo que iba a ser trasladada a Broward», relató.
Vivian fue enviada de regreso a Cuba el 27 de agosto, tras pasar casi un mes en el Centro de Detención de Broward. Desde la isla, ha suplicado a las autoridades de inmigración que reconsideren su caso y le permitan reunirse con su hijo y su esposo, Osmani Pérez, un cubano nacionalizado estadounidense que ahora enfrenta el desafío de ser el único sostén económico y emocional del menor.
«Yo puedo hacer todo lo posible como padre, pero ahora soy padre y madre. El cariño de la madre no se sustituye», lamentó Osmani. «Estoy sinceramente muy decepcionado de este país. Llevo 31 años aquí y el niño nació aquí. No entiendo cómo no tienen en cuenta eso», añadió.
La separación ha sido devastadora para Vivian. «No es justo lo que está pasando. Hoy fui yo, pero mañana puede ser otra madre. No es justo separar a las madres de sus hijos», afirmó, pidiendo una segunda oportunidad por el bienestar emocional de su hijo, quien necesita a su madre.
El caso de Vivian se hizo público en julio, y se supo que había participado en el programa de inmigración MPP, iniciado por EE.UU. en 2019. Ella enfrentó problemas para asistir a una cita de inmigración, lo que resultó en una deportación en ausencia. Cuatro años después, su documento I-220B le ha traído graves consecuencias.