En medio de una crisis sin precedentes, la masonería cubana ha tomado una decisión crucial: la elección de Mayker Filema Duarte como el nuevo Gran Maestro de la Gran Logia de Cuba. Este cambio de liderazgo marca el final de un periodo turbulento, iniciado tras la renuncia de Mario Urquía Carreño, quien estuvo en el centro de un escándalo de corrupción que sacudió los cimientos de esta histórica institución.
El pasado 20 de septiembre, durante las sesiones anuales y semestrales de la Alta Cámara Masónica de Cuba, se oficializó la elección de Filema Duarte como Gran Maestro. Esta reunión, considerada una de las más importantes para la masonería en la isla, se llevó a cabo con la intención de restaurar la confianza y la estabilidad en la Gran Logia, que había sido severamente dañada por las acusaciones de malversación de fondos contra el ex Gran Maestro Urquía Carreño y el ex Gran Tesorero Airam Cervera Reigosa.
De acuerdo con fuentes citadas por el medio independiente DIARIO DE CUBA, los representantes de diversas logias masónicas presentes en el cónclave recibieron detalles actualizados sobre las denuncias presentadas contra Urquía y Cervera. Aunque los detalles específicos de la sesión permanecen en secreto, como dicta la tradición masónica, algunos asistentes compartieron información pública sobre el proceso que llevó a la elección de Filema Duarte. Uno de los masones presentes destacó que, a pesar de la intromisión del Ministerio de Justicia de Cuba, se logró anular la sesión anual anterior, permitiendo así que la Alta Cámara volviera a reunirse y resolviera la crisis con dignidad.
La situación había alcanzado un punto crítico cuando, a inicios de septiembre, se reveló que más de dos millones de pesos cubanos habían sido robados de las arcas de la Gran Logia durante el mandato de Urquía. Este descubrimiento se dio luego de que Filema Duarte, en su rol de Gran Maestro temporal, ordenara una auditoría que sacó a la luz transferencias ilegales realizadas por Cervera a su cuenta personal.
Con estas pruebas en mano, Filema Duarte tomó medidas drásticas: suspendió los derechos masónicos de Cervera y lo remitió a la Corte Suprema de Justicia Masónica para su enjuiciamiento. Poco después, Urquía Carreño fue arrestado por la policía cubana, acusado de fraude, lo que desencadenó su renuncia definitiva en agosto, poniendo fin a meses de tensión y controversia.
La comunidad masónica en Cuba, que se había visto envuelta en un escándalo sin precedentes, respira ahora con alivio, aunque no sin preocupación. La elección de Mayker Filema Duarte como Gran Maestro es vista como un paso necesario hacia la restauración de la integridad de la institución. Sin embargo, el daño ya está hecho, y la confianza en la masonería cubana necesitará tiempo para reconstruirse.
En un contexto donde las instituciones en Cuba se encuentran bajo constante escrutinio, esta elección simboliza no solo un cambio de liderazgo, sino también un llamado a la transparencia y la responsabilidad dentro de la Gran Logia. La comunidad masónica, con una historia rica y un legado que proteger, deberá ahora enfrentar el reto de recuperar su honor y su estabilidad, bajo la guía de su nuevo Gran Maestro.
Este nuevo capítulo para la masonería cubana estará marcado por la vigilancia y las expectativas, tanto de sus miembros como de la sociedad cubana en general. Mayker Filema Duarte tiene ante sí la tarea monumental de liderar esta renovación, enfrentando tanto los fantasmas del pasado como los desafíos del futuro.
