¡Destrucción socialista en estado puro! Así luce la antigua fábrica de helados y mantequilla La Guarina, en La Habana, convertida en viviendas improvisadas

Redacción

La histórica fábrica de helados y mantequilla La Guarina, situada en la intersección de Vía Blanca y Concha en La Habana, ha experimentado un trágico declive. Lo que alguna vez fue un emblema de la prosperidad capitalista en Cuba, hoy se encuentra en un estado de abandono, deteriorándose desde la llegada del régimen comunista.

Recientes imágenes publicadas en el perfil de Instagram @galiergrafitticuba muestran la devastación de este icónico lugar, evocando tristeza y nostalgia entre quienes rememoran los tiempos de gloria de la isla.

Durante su época de esplendor en el sistema capitalista, La Guarina fue una de las fábricas de productos lácteos más importantes en La Habana. La producción de helados y mantequilla ofrecía a los cubanos una variedad de sabores populares, como mantecado, chocolate, fresa y caramelo. Los carritos de helados que salían de la fábrica recorrían las calles de la ciudad, atrayendo a los habaneros con el sonido de campanillas.

Sin embargo, esta prosperidad comenzó a desmoronarse con la llegada del comunismo, cuando la industria fue descuidada y, eventualmente, quedó en ruinas. En la década de 1950, los carritos de helados de La Guarina eran un símbolo de modernidad y eficiencia, utilizando camiones refrigerados y carritos de mano que anunciaban su llegada con campanillas. Pero tras el cambio de sistema político, la infraestructura que sostenía esta red de distribución se desintegró, y la imagen de esos carritos desapareció junto con la prosperidad.

Para muchos cubanos, los recuerdos de La Guarina están profundamente conectados con los años dorados del capitalismo. Elda María Orozco-Delgado, de Morón, Camagüey, evoca la alegría que le brindaban los carritos de helados Mesa, tirados por caballos. Zaida Prada recuerda con nostalgia los helados de coco glacé que vendía su tío como agente de la marca Guarina cuando la fábrica aún prosperaba. Con el ascenso del comunismo, la calidad y disponibilidad de estos productos disminuyeron drásticamente, marcando el inicio del deterioro de la fábrica.

Hoy, La Guarina se erige como un triste ejemplo de lo que ocurre bajo el régimen comunista en Cuba. “Ver la fábrica así me trae mucha tristeza. Mi padre trabajó aquí durante sus mejores años, cuando había inversión y progreso. Ahora está en ruinas”, expresó Walquiria Tonday al ver las imágenes del lugar destruido. Como muchos cubanos, ella atribuye este colapso a la mala gestión del gobierno comunista, que ha descuidado la preservación de la infraestructura clave de la isla.

Además de la destrucción, el colapso económico ha generado una crisis habitacional que lleva a algunos cubanos a ocupar lugares en decadencia para sobrevivir, como es el caso de La Guarina. Testigos afirman que personas han encontrado refugio en los restos del edificio, buscando un techo en medio de la escasez de viviendas.

Para muchos, la destrucción de La Guarina es un reflejo del destino de toda la isla: el paso de una economía floreciente a un estado de abandono del que la cúpula militar del Partido Comunista (PCC) es la única responsable.