Felipe Pérez Roque, quien fuera Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba durante casi una década, ha vuelto a ser noticia tras aparecer en público después de más de 15 años de su destitución. El antiguo canciller, quien fue apartado del poder en 2009, fue visto recientemente en los alrededores del icónico edificio Focsa de La Habana, marcando así su regreso a la vida pública.
La imagen de Pérez Roque, compartida por el comunicador conocido como Siro Cuartel, lo muestra como un cubano más, enfrentando las dificultades cotidianas que muchos en la isla sufren a diario, pero que rara vez tocan a la cúpula gobernante. Esta foto del exdiplomático sirve como un recordatorio de que el régimen castrista puede arruinar a quienes dejan de ser útiles para sus intereses o se perciben como traidores.
Felipe Pérez Roque, nacido el 28 de marzo de 1965 en La Habana, ocupó el cargo de Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba desde 1999 hasta 2009. Durante su tiempo al frente de la diplomacia cubana, se destacó por su firme postura contra la política exterior de Estados Unidos y su defensa inquebrantable del régimen castrista en escenarios internacionales, como la Asamblea General de las Naciones Unidas.
El 2 de marzo de 2009, Pérez Roque fue destituido de su cargo en un movimiento sorpresivo liderado por Raúl Castro, quien había asumido la presidencia de Cuba tras la enfermedad de su hermano Fidel en 2006. Junto con Carlos Lage, el entonces vicepresidente, Pérez Roque fue acusado de «comportamiento impropio», lo que condujo a su caída abrupta. Se informó que había sido monitoreado por presuntas conexiones con un agente del Centro Nacional de Inteligencia de España. Fidel Castro, en un artículo para el diario Granma, insinuó que la “miel del poder” había despertado en él ambiciones que no eran dignas de la revolución.
La destitución de Pérez Roque y Lage fue parte de una serie de movimientos estratégicos dentro del gobierno cubano, a través de los cuales Raúl Castro buscó consolidar su poder. Reemplazó a figuras clave cercanas a su hermano Fidel por personas más alineadas con su propia visión pragmática del liderazgo.
La reciente aparición de Pérez Roque en La Habana no ha pasado desapercibida. Algunos cubanos celebran su regreso a la vida normal, mientras que otros recuerdan con amargura su papel en el régimen. Comentarios como el de William Labrada, quien escribió en redes sociales, “Cada quien tiene lo que se merece”, reflejan el resentimiento que aún persiste hacia antiguos funcionarios del gobierno.
Por otro lado, algunos, como Rick Yahi, especulan que Pérez Roque podría terminar buscando asilo en Estados Unidos, siguiendo el camino de otros exfuncionarios cubanos. “La vida es así”, comentó Yahi, imaginando un futuro en el extranjero para el exdiplomático que alguna vez criticó duramente al país norteamericano.
Desde su destitución, Felipe Pérez Roque se ha mantenido mayormente alejado de la vida pública, siendo visto ocasionalmente en eventos culturales de menor escala en La Habana. Se dice que ahora trabaja como ingeniero en una empresa pública de construcción, muy alejado del poder y la influencia que una vez tuvo.
El caso de Pérez Roque subraya la inestabilidad del poder en Cuba, donde las lealtades pueden cambiar rápidamente, y quienes antes ocupaban los más altos cargos pueden encontrarse enfrentando una realidad completamente diferente en un abrir y cerrar de ojos.