Hace algunos años, un estudio reveló los modelos de teléfonos celulares más utilizados en Cuba hasta julio de 2018, unos meses antes de que el monopolio estatal de telecomunicaciones, ETECSA, introdujera la conectividad por datos móviles a través de la frecuencia 3G. Con la habilitación de parques y zonas Wi-Fi, los cubanos intentaron conseguir teléfonos inteligentes para navegar por internet, mayormente de gama baja, de marcas como Blu, LG, Samsung y Alcatel, que fueron adquiridos en el mercado informal o donados por familiares en el exterior.
En ese contexto, la única compañía telefónica de la isla aprovechó la «coyuntura» y comenzó a vender celulares exclusivamente en moneda libremente convertible (MLC), una decisión que generó críticas entre la población, aunque los puntos de venta en todo el país se llenaban de personas interesadas en estos equipos, pues eran una de las pocas opciones disponibles en ese momento.
Tras la “ampliación al trabajo por cuenta propia”, muchos talleres de reparación de teléfonos y computadoras comenzaron a operar de manera informal como pequeñas tiendas de equipos importados desde Guyana, Panamá o Nicaragua. Así, los emprendedores emergieron en el deprimido panorama tecnológico nacional para satisfacer la necesidad de telecomunicaciones del pueblo cubano.
Sin embargo, la creciente inflación en la isla no solo ha afectado los productos alimenticios y de primera necesidad, sino también el acceso a artículos electrónicos y tecnología. En la conocida como “Calle 8 de Santa Clara” (callejón de Villuendas), operan más de diez de estos talleres, algunos de los cuales también venden protectores de pantalla, cobertores y otros complementos. El precio de los productos varía en función del prestigio del taller, la calidad de sus artículos y la garantía de durabilidad.
En una de estas tiendas cerca del centro de la ciudad, un joven empleado explica que los modelos más económicos son los Xiaomi o Tecno Spark, indicando que el Redmi A3 cuesta 44.000 pesos, pues «su jefe» los trajo del exterior cuando el dólar estaba a 400 CUP. «Si buscas algo más barato, tienes que ir más allá, a los puestos de reparadores», aconseja, señalando el taller de un “socio” donde compró su Motorola de segunda mano, al que le cambiaron la pantalla. «Soy un simple empleado», lamenta. «Tuve que ahorrar seis meses de salario para comprarme este usado».
El precio de la divisa en el mercado informal también determina el valor de los teléfonos móviles importados. Algunos vendedores permiten comprar productos usados, muchas veces reparados, en moneda nacional, o nuevos en su caja mediante el pago en dólares o su equivalencia en pesos a través de la aplicación Zelle, común en Estados Unidos. Otros ajustan sus precios según el momento de adquisición, lo que hace que los mismos modelos cuesten entre 20 y 30 dólares más o menos de un establecimiento a otro. Las ofertas abundan, desde un Alcatel armado con piezas de otros, hasta un Samsung de gama alta a 500 USD.
«Lo de los celulares en este país es casi un negocio de reciclaje», comenta Alberto, un reparador de teléfonos y laptops. «El que tiene dinero para uno nuevo lo compra y ya, pero quien no puede debe resolver con uno de desecho o, peor aún, con un teléfono de teclas, aunque esos no sirven para Transfermóvil. Los que sí compran son los últimos modelos que ha lanzado ETECSA».
En días recientes, medios oficiales cubanos celebraron que la plataforma Transfermóvil llegó a cinco millones de usuarios en junio. El proceso de bancarización de Cuba, definido por las autoridades como «el uso de canales de pago electrónicos para operaciones bancarias», ha obligado a muchas personas que antes no poseían teléfonos inteligentes a hacerse con uno. Esto es especialmente necesario para “gestionar” pagos en línea ante la escasez de efectivo y la falta de POS en comercios públicos y privados.
A pesar de ser artículos de alta demanda, las autoridades cubanas no permiten la venta legal de celulares. Cuando hay inspectores en las áreas de venta, muchos negocios suelen vaciar sus estantes de este tipo de mercancía para evitar multas. En 2021, el exministro de Economía Alejandro Gil Fernández dejó claro que el Gobierno no estaba interesado en «promover la importación por personas naturales de productos desde el exterior para revenderlos en el país».
Las regulaciones aduaneras permiten que los viajeros traigan un móvil de uso personal sin costo y hasta cinco unidades sin carácter comercial, con aranceles. En este último caso, cada celular se valora en 80 dólares para efectos aduaneros. Si se trata de la primera importación anual de residentes, el pago se realiza en moneda nacional.
«Si el Estado permitiera que los cuentapropistas importaran celulares al por mayor para vender, serían mucho más baratos», asegura Ledúan, un vendedor de teléfonos en redes sociales en Santa Clara. «Los que tengo son traídos de Panamá, pero cuando mi proveedor viaja solo, trae menos equipos y por tanto ¡los precios se disparan!».
Aunque hay algunos “mecanismos” que utilizan los importadores para estos casos, cuando la autoridad aduanera determina que un artículo tiene carácter comercial por su cantidad, procede al decomiso inmediato de los que excedan lo permitido.
Hace dos meses, Mayra Arevich Marín, ministra de Comunicaciones de Cuba, precisó que el número de usuarios de redes móviles en la isla había aumentado, con clientes utilizando tecnologías de tercera y cuarta generación, conocidas como 3G y 4G. Según estadísticas oficiales, en cinco años, los usuarios de telefonía móvil en Cuba pasaron de aproximadamente 5 millones a más de 7,8 millones, de los cuales 6,6 millones acceden a internet a través de estos servicios.
Sin embargo, no existen datos públicos sobre la cantidad exacta de teléfonos móviles que vende ETECSA anualmente, aunque se sabe que muchos de ellos son de gama baja, con precios que oscilan entre 200 y 500 MLC. Si hace siete años las marcas más populares eran las comercializadas por esta entidad, actualmente, las más utilizadas son las ofrecidas por los privados, cuyos precios son mucho más asequibles que los del monopolio estatal.
De hecho, estudios de tráfico de plataformas independientes indican que los usuarios cubanos de telefonía móvil prefieren dispositivos del fabricante coreano Samsung, seguidos por el chino Xiaomi y el estadounidense Apple, que son principalmente adquiridos en el mercado privado.
Tanto los vendedores de móviles como los clientes entrevistados en estos talleres coinciden en que, aunque los celulares nuevos son prácticamente inaccesibles para la mayoría de la población, al menos existe la opción de comprar uno usado. Los que ha ofrecido el estado en su tienda de la misma calle Villuendas tienen precios mucho más abusivos, ya que se trata de una moneda virtual en la que nadie cobra.
Para comprar el equipo más barato, un trabajador estatal tendría que ahorrar todo su salario durante un año. La situación es aún peor para los ancianos jubilados. «Tenía un teléfono de teclas, pero tuve que comprarme uno de segunda mano porque me obligan a pagar todo a través de ahí», comenta a Cubanet Alberto Molina, mensajero de bodegas. «Por no tener un celular, estaba perdiendo trabajo porque muchos de mis clientes no tenían efectivo al llegar con los mandados. Aquí imponen medidas del primer mundo y nosotros seguimos gateando».
Mientras tanto, en el principal telepunto de ETECSA en Santa Clara, al momento de este reportaje no había ningún celular en oferta. Cuando se preguntó directamente cuándo estarían disponibles, así como su precio, los propios trabajadores del establecimiento recomendaron con discreción «buscarlos mejor en la calle».
