El domingo, millones de venezolanos acudieron a las urnas en unas elecciones cruciales para el futuro del movimiento socialista que ha gobernado el país durante 25 años. La jornada electoral estuvo marcada por la desesperación y la esperanza de un cambio, con ciudadanos llegando a los centros de votación mucho antes del amanecer, algunos incluso durmiendo en la calle para ser los primeros en la fila. Con lágrimas en los ojos, muchos votantes expresaron su deseo de un futuro mejor para Venezuela, un país rico en petróleo pero sumido en crisis.
A las 8 p.m., la mayoría de los centros de votación ya habían cerrado y el país esperaba con incertidumbre los resultados que anunciaría el organismo electoral, dirigido por un antiguo discípulo del partido gobernante. Por primera vez en años, el presidente Nicolás Maduro se enfrenta a un fuerte oponente, Edmundo González, un diplomático poco conocido que cuenta con el respaldo de la popular líder opositora María Corina Machado.
La votación representa un momento decisivo para el chavismo, que bajo el liderazgo de Hugo Chávez prometió erradicar la pobreza. Sin embargo, en las últimas dos décadas, su gobierno ha sido responsable de un colapso económico sin precedentes y de una crisis migratoria masiva. Con el creciente descontento, la figura de Machado ha ganado fuerza, prometiendo restaurar la democracia y atraer de vuelta a los venezolanos que han emigrado.
Durante la jornada electoral, muchos votantes enfrentaron obstáculos, como la apertura tardía de centros de votación y fallos en las máquinas de votación. A pesar de ello, la afluencia fue notable. Henry Mayora, un votante de 74 años, llegó a su centro a las 2:30 a.m., decidido a participar en el proceso electoral. Las irregularidades y la intimidación por parte de las fuerzas de seguridad fueron frecuentes, lo que suscitó quejas y disturbios en varios centros de votación.
Mientras tanto, Maduro, que durante años ha utilizado la represión para mantenerse en el poder, adoptó un tono conciliador al reconocer al árbitro electoral, aunque su partido sigue dominando las instituciones. Las tensiones en las calles eran palpables; en algunos lugares, las fuerzas de seguridad intentaron expulsar a observadores electorales opositores y bloquearon el acceso a centros de votación.
La situación es delicada, y muchos analistas advierten que el resultado de las elecciones podría marcar el inicio de una transición democrática, la consolidación del poder de Maduro o una escalada del conflicto político y social en el país. Algunos votantes y seguidores de Machado han prometido salir a las calles si el resultado favorece al régimen de Maduro, lo que podría desencadenar protestas y una respuesta violenta por parte de las fuerzas armadas.
La incertidumbre se mantendrá hasta que se anuncien los resultados, y muchos venezolanos ya están preparándose para cualquier eventualidad. “Yo estoy rogando que no, que no lleguemos a eso. Porque obviamente se va a morir mucha gente. Pero si toca, toca”, dijo Luis Bravo, un seguidor de Machado, reflejando la angustia y la determinación que caracteriza a muchos en este momento crucial para el país.