Con el 51,1% de los votos, Nicolás Maduro ha sido declarado ganador de las elecciones presidenciales en Venezuela, asegurando así su tercer mandato consecutivo en la Casa de Miraflores, según el anuncio realizado por Elvis Amoroso, presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE). Su principal competidor, Edmundo Gutiérrez, obtuvo el 44,2% de los sufragios.
Amoroso afirmó que el 80% de las actas electorales estaban bajo su control y que la tendencia era “irreversible”. Sin embargo, la oposición contestó que solo disponía del 30% de los documentos oficiales, lo que generó dudas sobre la transparencia del proceso. La entrega de los resultados se retrasó seis horas debido, según Amoroso, a una “agresión” al sistema de datos que impidió una transmisión fluida.
En un contexto de desconfianza, el canciller venezolano, Yvan Gil, sugirió que había una “operación internacional” en marcha para deslegitimar los resultados electorales. Gutiérrez, por su parte, insistió en la necesidad de que el gobierno de Maduro haga pública la información oficial sobre los comicios, sosteniendo que los venezolanos habían optado por un “cambio en paz” y afirmando su propia victoria.
La jornada electoral contó con un padrón de aproximadamente 21 millones de votantes en más de 30,000 mesas. En esta ocasión, más de diez candidatos presidenciales compitieron, apoyados por 38 fuerzas políticas, aunque la mayoría respaldaba a Maduro.
Desde la Plataforma de Unidad Democrática, liderada por María Corina Machado, se expresó preocupación por posibles fraudes electorales. Se instó a los delegados de la oposición a permanecer hasta el final del escrutinio para asegurar la recolección de todas las actas. Además, la exdiputada Delsa Solórzano apuntó a una posible maniobra del gobierno para obstaculizar la transmisión de datos desde las máquinas de votación hacia los centros de cómputo.
Frente a estos señalamientos, Amoroso denunció un ataque a la infraestructura electoral y llamó al respeto de la constitución y las leyes, así como a la paz en el país, haciendo hincapié en que la voluntad de las urnas debe ser respetada. La jornada electoral ha dejado un panorama incierto, donde la desconfianza persiste y la oposición continúa cuestionando la legitimidad del proceso.