En un inusual y significativo acto de disidencia dentro de la historia de la masonería cubana, decenas de hermanos se reunieron en la Gran Logia de Cuba para expresar su indignación ante la restitución de Mario Urquía Carreño como Gran Maestro, una decisión tomada por el Ministerio de Justicia cubano que ha causado una profunda división dentro de la Orden.
Urquía Carreño había sido destituido de su cargo a principios de año tras la desaparición de una suma considerable de dinero del Asilo Nacional Masónico, un incidente que generó malestar y dudas entre los miembros de la masonería cubana. Sin embargo, recurrió ante las autoridades judiciales del régimen, quienes decidieron anular su destitución y reinstalarlo como líder de la Orden, ignorando así la voluntad expresada por más de 300 logias en el país que habían apoyado la expulsión de Urquía Carreño y la elección de Juan Alberto Kessel Linares como su sucesor.
Esta controvertida decisión judicial provocó una reacción inmediata y contundente por parte de la comunidad masónica en Cuba, que consideró el veredicto como una intromisión flagrante en sus asuntos internos y una manipulación del poder judicial para favorecer intereses políticos sobre los principios y valores de la masonería.
Según informó CubaNet, medio independiente que ha seguido de cerca estos eventos, los masones expresaron abiertamente su preocupación por lo que perciben como un intento del gobierno de «dominar a los masones y deshacerse de todos aquellos que le somos incómodos a la dictadura».
El martes designado para la protesta, a pesar de las presiones de las autoridades de seguridad del Estado para cancelar el evento, los masones se congregaron en la Gran Logia de Cuba bajo un fuerte dispositivo de seguridad, compuesto por agentes de civil y en un ambiente de tensa calma, enfatizando la importancia de mantener una protesta digna y pacífica.
Desde el corazón de la manifestación, Iriel Hernández Cobreiro afirmó con determinación: «Necesitamos restaurar la moral y el orden de la Gran Logia de Cuba», palabras que resonaron con el sentir colectivo de los presentes y reflejaron el anhelo de restablecer la integridad de una institución que ha sido fundamental en la vida social y cívica de Cuba.
Por otro lado, Evelio Núñez, representante de la logia Eureka, subrayó que «la masonería cubana está haciendo un reclamo justo ante todo lo que está ocurriendo» y cuestionó severamente la idoneidad moral de Urquía Carreño para liderar la Gran Logia y representar a los masones tanto dentro como fuera de la isla.
La presencia de periodistas independientes como Camila Acosta de CubaNet y reporteros de la AFP subrayó la importancia y la urgencia de la situación, mientras los masones transmitían al mundo los motivos de su protesta y su determinación de buscar una solución que respete los principios éticos y morales de la masonería.
Ante la estatua del Apóstol que presidía el vestíbulo de la Gran Logia, los representantes de las logias designaron a tres voceros para que se dirigieran al despacho de Urquía Carreño y le comunicaran la posición unificada de la comunidad masónica. Sin embargo, el Gran Maestro permaneció encerrado en su despacho en el onceno piso, evitando un diálogo directo con los líderes de las logias.
La resistencia de Urquía Carreño a enfrentar a los representantes elegidos exacerbó la determinación de los masones congregados, quienes decidieron mantenerse firmes en su posición hasta lograr un encuentro que permita una salida digna y consensuada de la crisis institucional.
En un país marcado por la crisis económica y política, donde el gobierno enfrenta crecientes desafíos para responder a las necesidades básicas de la población, la protesta de los masones representa un recordatorio de la importancia de las instituciones civiles y la voz de la sociedad civil en medio de la represión y la desigualdad.
Hasta el momento de redactar esta nota, el desenlace de la situación en la Gran Logia de Cuba seguía siendo incierto, pero lo que sí era claro era el firme compromiso de los masones por restaurar la integridad moral de su Orden y proteger sus valores frente a cualquier forma de interferencia política o represiva.
