El Servicio Secreto de Estados Unidos, encargado de la protección de presidentes y expresidentes, enfrenta críticas por posibles fallos de seguridad que permitieron el ataque contra el expresidente Donald Trump el sábado pasado.
Durante un mitin de campaña en Pensilvania, Trump fue herido en una oreja, un espectador murió y otros dos resultaron gravemente heridos por los disparos del atacante. El FBI está investigando el caso como un intento de asesinato contra Trump.
Thomas Matthew Crook, un joven de 20 años, logró acercarse armado con un fusil tipo AR-15 semiautomático al lugar del evento. Crook se situó en el tejado de una edificación a menos de 200 metros del escenario donde Trump daba su discurso, fuera del perímetro de seguridad, pero lo suficientemente cerca para disparar.
En una rueda de prensa posterior al ataque, el agente especial del FBI, Kevin Rojek, afirmó que era «sorprendente» que el pistolero hubiera sido capaz de abrir fuego antes de ser abatido por el Servicio Secreto. No obstante, cuando se le preguntó si hubo un fallo de seguridad, Rojek indicó que no harían esa evaluación mientras la investigación estuviera en curso.
El ataque ocurrió justo cuando Trump comenzaba su discurso. Al escucharse los disparos, el expresidente se llevó la mano a la oreja derecha y se arrojó al suelo. Los agentes del Servicio Secreto lo rodearon de inmediato y lo mantuvieron en el suelo hasta que uno de ellos gritó: «¡El tirador ha caído!». Luego, llevaron a Trump hasta un vehículo blindado y lo sacaron del área.
Crook fue neutralizado por francotiradores del Servicio Secreto apostados en tejados cercanos. Un testigo, identificado como Greg, dijo a la BBC que había visto a un hombre arrastrándose por un tejado con un rifle antes de que comenzaran los disparos y que intentó avisar a la policía.
“Su misión es proteger a los presidentes de Estados Unidos, tanto a los actuales como a los anteriores, y anoche fracasaron estrepitosamente”, analizó el corresponsal de seguridad de la BBC, Frank Gardner, sobre el papel del Servicio Secreto.
El Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes de Estados Unidos ha citado a declarar a la directora del Servicio Secreto, Kimberly Cheatle, en una audiencia programada para el 22 de julio. «Los estadounidenses exigen respuestas sobre el intento de asesinato del presidente Trump», afirmó el comité en un comunicado en redes sociales.
El último intento de asesinato de un presidente estadounidense en activo ocurrió en 1981, cuando Ronald Reagan recibió un disparo en el pulmón al que sobrevivió. “Hoy, los políticos estadounidenses y la opinión pública quieren saber cómo un presunto asesino fue capaz de subir a una azotea, armado con un rifle, y disparar cuatro veces contra el podio, en una zona que se suponía despejada”, cuestionó Gardner.
El FBI logró identificar a Thomas Matthew Crooks, el presunto autor de los disparos, tras un análisis de ADN, ya que no llevaba consigo ninguna identificación. Crooks era residente de Bethel Park, en la zona metropolitana de Pittsburgh, a unos 70 km de Butler.
«Esta sigue siendo una investigación activa y en curso, y se solicita a cualquier persona con información que pueda ayudar con la investigación a que envíe fotos o videos por internet», solicitó el FBI.
Tras el atentado, Trump agradeció en las redes sociales «al Servicio Secreto de Estados Unidos y a todas las fuerzas de seguridad por su rápida respuesta”. Sin embargo, desde su campaña algunos han comenzado a cuestionar si el exmandatario estaba bien protegido.