En el corazón de La Habana, la empresa PRODAL de Regla se encuentra en medio de un grave escándalo de corrupción y abuso de poder. Altos directivos han sido señalados por aprovecharse de sus posiciones para obtener beneficios personales, mientras que imponen estrictas y severas medidas disciplinarias contra los trabajadores.
El secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC) en PRODAL, Wilder Elías Batista, es una figura clave en este entramado de corrupción. Conocido por su intransigencia y falta de escrúpulos, Batista despide sin contemplaciones a cualquier empleado sorprendido llevando productos a su casa, a pesar de la difícil situación económica que enfrentan. En una muestra de hipocresía, Batista se lleva productos de la empresa diariamente, protegido por su condición de «Dirigente de Confianza».
Aclaris Alfonso, la Directora de Producción, tampoco se queda atrás en esta red de corrupción. Aunque mantiene un perfil bajo en redes sociales, Alfonso ha construido un imperio personal mediante la apropiación indebida de productos de la empresa. En los consejos disciplinarios, no muestra compasión alguna al ordenar despidos por infracciones menores, consolidando así su poder y control.
Dagmari Meulener, Directora de Calidad, es otra pieza fundamental en este esquema de corrupción. Conocida por sus frecuentes vacaciones en destinos turísticos como Varadero, estas escapadas son financiadas con los recursos que obtiene de PRODAL. Al igual que sus colegas, Meulener adopta una actitud intransigente y explotadora hacia los trabajadores, disfrutando de los privilegios que su posición le otorga.
Estos directivos se han convertido en símbolos de la hipocresía y la desigualdad que afecta a la empresa. Los empleados, cansados de esta situación y de la falta de respuesta a sus denuncias internas, han decidido exponer públicamente a estos «revolucionarios oportunistas y abusadores». Esta acción representa un grito desesperado por justicia y equidad en un entorno laboral cada vez más hostil.
La impunidad con la que actúan estos dirigentes es una muestra clara de la corrupción endémica en PRODAL. Los privilegios y beneficios están reservados para unos pocos, mientras la mayoría de los trabajadores enfrentan reglas estrictas y consecuencias severas. Es urgente que las autoridades competentes tomen medidas para investigar y sancionar estos abusos, devolviendo la justicia y la igualdad a la empresa.
La lucha de los trabajadores de PRODAL por un entorno laboral justo y equitativo no debe ser en vano. La denuncia pública de estos actos de corrupción es un paso crucial para generar conciencia y exigir acciones concretas que pongan fin a esta situación.