La apertura de un supermercado mayorista en La Habana, conocido como Diplomarket, en diciembre de 2022 pasó desapercibida. Solo un anuncio en Instagram, en el perfil de la empresa que hasta ese momento se dedicaba únicamente a compras y envíos online, anunció la inauguración del establecimiento, situado en el kilómetro 8 ½ de la Carretera Monumental, en el barrio de Berroa, a más de 10 kilómetros al este del centro de la capital.
Un tuit del corresponsal de CNN, Patrick Oppmann puso el foco sobre el comercio. «Después de años de tener que buscar los productos más básicos, resulta un poco surrealista ver cómo un empresario privado ha montado lo que es básicamente el primer Costco de Cuba», mencionó el periodista en la red ahora llamada X, sin especificar el nombre del supermercado y asegurando que se podía pagar en pesos, dólares y euros, incluso con tarjetas de crédito estadounidenses.
A través de las imágenes que acompañaban su texto, se evidenciaba la semejanza con la firma mayorista estadounidense: enormes pasillos con productos al por mayor colocados como en un almacén, el color rojo distintivo y, más revelador, la venta de productos marca Kirkland, comercializada en exclusiva por Costco.
Las instalaciones eran similares a las de la franquicia extendida en más de una decena de países. También es cierto que la marca Kirkland llenaba sus estanterías, aunque no más que Goya, la empresa de alimentación de origen hispano más grande de Estados Unidos, que hace apenas unos años se vio envuelta en una polémica por defender al entonces presidente, Donald Trump.
Sin embargo, son notorias las diferencias entre Diplomarket y Costco. Mientras que Costco está diseñado para que al comprar al por mayor los productos sean más baratos, en Diplomarket pocos clientes compran paquetes grandes. La mayoría prefiere comprar artículos por separado, a precios exorbitantes: una botella pequeña de aceite Goya por casi 7 dólares, una lata pequeña de coco rallado Goya a 4 dólares, una pastilla de jabón a 2 dólares (el paquete completo, de 16 unidades, multiplicado), y una pasta de dientes un poco más. Los precios de quesos y embutidos superan los 20 dólares. De igual forma, un pomo grande de mayonesa cuesta más de 20 dólares. Las herramientas y los artículos para el hogar también tienen precios inaccesibles para el salario medio del país.
Diplomarket no requería una tarjeta de membresía, como Costco, y se supone que estaba abierto a cualquier cliente. Sin embargo, los precios astronómicos y la lejanía del lugar disuaden a los cubanos comunes. «Eso está hecho para ir en auto, y se ven siempre carros lujosos, de gente con dinero, que llenan esos carros enormes», comenta Reina, una joven de Centro Habana que ha ido alguna vez con una amiga que tiene un negocio privado de alimentos.
El establecimiento estaba fuertemente vigilado. En una primera garita, se tomaban los datos de los vehículos y la hora de entrada, y más adelante hay otra caseta con guardia, antes de entrar en la tienda. En la puerta, dos individuos inspeccionaban a todos los que entraban. Una pantalla grande mostraba el movimiento de las cámaras de seguridad, colocadas por todas partes, algo de lo que advierten varios carteles. «Sí, aquello parece una unidad militar», admite Reina.
Dentro, comienza una especie de «persecución» por parte de los empleados. No se permite hacer fotos ni grabar videos, y los trabajadores siguen a los clientes cuidando cada movimiento, disfrazando la vigilancia de amabilidad: «¿Le puedo ayudar en algo?».
Reina cuenta que siempre que ha ido se ha sentido muy incómoda: «No solo por la vigilancia sino por la humillación con la que te tratan. Una señora casi tiene que devolver la mercancía porque no llevaba dólares y pensó que todo se podía pagar en pesos cubanos. En el último minuto se salvó porque la amiga que la acompañaba le prestó unos billetes estadounidenses para salir del apuro».
¿No dijo el corresponsal estadounidense que se podía pagar en todas las divisas? ¿No está así en el comercial de la propia firma en Instagram? La cajera se rió ante la pregunta de este diario: «Eso se acabó, la gente paga en efectivo en dólares».
En cuanto a la propiedad del supermercado, tampoco hay la misma transparencia que la marca capitalista que pretende emular. No hay información clara sobre la propiedad en la web ni en el local, lo que despierta desconfianza: ¿de quién es Diplomarket, una tienda gigantesca, bien surtida y limpia, vigilada como un enclave gubernamental?
La firma no se encuentra en el listado de micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) aprobadas por el Ministerio de Economía y Planificación. Según su página corporativa, Diplomarket pertenece a una empresa estadounidense llamada Las Américas TCC Corporation, fundada en 2011 y con sede en Florida.
Como vicepresidente de Las Américas figura el cubano Frank Cuspinera Medina, quien, según páginas especializadas, ha residido en Estados Unidos. Hace dos años, su nombre aparecía como «especialista» en un encuentro entre trabajadores por cuenta propia (TCP) y la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba.
En esa ocasión, declaró a la Agencia Cubana de Noticias que «este tipo de intercambios propicia que las instituciones conozcan de primera mano los intereses y necesidades de los TCP» y que la asociación oficial era «una vía eficiente para elevar los planteamientos expuestos en la reunión a las autoridades encargadas».
Esta firma tampoco está en el listado de mipymes del régimen, pero sí una empresa con su nombre, Cuspinera SURL LVI, dedicada a «brindar servicios de plataforma de comercio electrónico», similar a una rama de Las Américas TCC.
La cuestión no es menor, dado el embargo que sostiene EE.UU. contra Cuba. Tal y como recordaron funcionarios del Tesoro estadounidense en una reciente reunión de empresarios cubanos en Miami, se deben cumplir varias condiciones para no violar la ley. Los empresarios residentes en Cuba no pueden crear empresas en Estados Unidos para vender sus productos o comprar mercancías directamente a empresas de EE.UU. De igual manera, los cubanoamericanos no pueden establecer negocios en la Isla a menos que lograran la residencia permanente en el país por repatriación.
No está claro en qué categoría figura Cuspinera Medina, que mantiene un perfil bajo en redes sociales. Poca de la información que hemos podido recabar, es que residía hasta el momento en una lujosa mansión en el Vedado habanero junto a su esposa Camila. Ambos se encuentran desde el pasado 20 de junio arrestados por la Seguridad del Estado, mientras Diplomarket permanece cerrado e intervenido por las autoridades.