Hace minutos nos llegó el reporte de un incendio, del que aún se conocen las proporciones, en el icónico Edificio Girón, que se se alza en el Malecón habanero.
De acuerdo a la información publicada en el grupo de Facebook Fotos de La Habana por Carlos Alberto Espinosa, un vecino del lugar, en estos momentos un grupo de camiones de bomberos se encuentra en el lugar intentando controlar las llamas.
En el emblemático Malecón de La Habana se erige una de las edificaciones más peculiares de Cuba: el Edificio Girón. Este coloso de estilo brutalista rompe con la estética de su entorno y actualmente se encuentra sumido en un estado de deterioro y abandono. Sus escaleras, paredes y los dos bloques de 17 pisos de apartamentos reflejan una imagen desoladora.
El Edificio Girón es fruto de la genialidad del arquitecto cubano Antonio Quintana, quien implementó por primera vez en Cuba el sistema de Moldes Deslizantes en viviendas de altura. Esta técnica permitió una construcción más eficiente y rápida, marcando un hito en la arquitectura cubana.
El edificio está compuesto por dos torres de 17 plantas, articuladas por un núcleo de ascensores conectados a las escaleras a través de largos tubos de circulación horizontal. Estos tubos, pequeños closets chapados, sobresalen en la fachada y atenúan el efecto de gran pantalla de las torres. Los grandes paramentos verticales no solo tienen la función de tímpanos estructurales, sino que también sostienen unas losas armadas con acero de alto límite elástico y ancladas a los tímpanos mediante un sistema de postensado, eliminando la necesidad de vigas y permitiendo salvar grandes luces.
Sin embargo, el paso del tiempo y la falta de mantenimiento han pasado factura al Edificio Girón. Corroído por la sal y con el hierro estructural oxidado por todas partes, su esqueleto de hormigón parece ceder al tiempo. Los ascensores han estado fuera de servicio durante décadas, y las escaleras carecen de balaustradas y escalones en buen estado. Los dos bloques están conectados por largos pasillos claustrofóbicos, constantemente barridos por la brisa marina, que ofrecen una vista impresionante del paseo marítimo a través de largas troneras dignas de un búnker.
A pesar del deterioro, la vida continúa en el Edificio Girón. Ancianas cargan bolsas de la compra por las escaleras en mal estado, culturistas se ejercitan en los pasillos, y niños juegan alegremente por todas partes, inyectando un toque de vitalidad y resistencia a un entorno que parece desafiar las adversidades.
El edificio enfrenta numerosos problemas estructurales, como filtraciones, agrietamiento en las paredes y estructuras principales, fallas eléctricas y de los ascensores, así como una insuficiente provisión de agua o mecanismos eficientes para el bombeo. Estos problemas, que se han ido acumulando con el tiempo, ahora amenazan con llegar a un punto crítico en el que la demolición podría ser el único recurso para evitar una tragedia.