Una historia de supervivencia: El testimonio de Valeria, una jinetera en Cuba

Redacción

En el complejo y a menudo sombrío mundo de la prostitución en Cuba, Valeria, de 22 años, nos brinda una visión sincera y desgarradora de su vida como jinetera. Originaria de una provincia cubana, Valeria llegó a La Habana hace seis meses en busca de mejores oportunidades. Su historia es un testimonio de lucha, supervivencia y resistencia en un país donde las opciones son limitadas y la necesidad a menudo lleva a tomar decisiones difíciles.

Infancia Difícil

Valeria recuerda su niñez como un tiempo de muchas dificultades. “Mi niñez fue un poco dura porque cuando yo tenía cinco años, mi mamá se separó de mi papá. Mi papá nos dejó sin nada,” dice Valeria. Su madre, quien nunca había trabajado antes, tuvo que empezar a trabajar y buscar maneras de sostener a su familia. “Solo teníamos el salario de mi mamá. Mi abuela estaba muy mayor y no podía ayudar mucho,” agrega.

Valeria describe su relación con su madre como buena, a pesar de su carácter difícil. Sin embargo, su padre estuvo ausente durante toda su vida. “Mi papá siempre estuvo ausente, nunca estuvo presente con nosotros,” dice con tristeza.

Llegada a La Habana y Primeros Pasos en la Prostitución

Hace seis meses, Valeria decidió mudarse a La Habana debido a la difícil situación económica en su provincia. Una amiga le ofreció la oportunidad de estar con un extranjero que pagaría bien, y así comenzó su vida como jinetera en la capital cubana. “Una amiga mía me llamó, nos encontramos en una casa de renta con cinco extranjeros y cinco muchachas. Bebimos, compartimos, acordamos precios y fuimos a la habitación,” recuerda Valeria.

Clientes y Nacionalidades

Valeria explica que la mayoría de sus clientes son hombres mayores de diferentes nacionalidades, incluidos mexicanos, españoles, americanos, italianos y rusos. “Los italianos son los que más hay, pero también son los más tacaños y complicados,” comenta.

Ser jinetera en Cuba conlleva muchos riesgos. Valeria menciona el peligro de contraer enfermedades de transmisión sexual y el riesgo de ser arrestada por la policía. “Hay policías que se visten de civil, incluso se hacen pasar por turistas para ver si caes,” advierte.

Precios y Competencia

El precio de los servicios varía. Valeria cobra entre 50 y 100 dólares, aunque otras mujeres piden tan solo 20 dólares, lo que crea una competencia desleal. “Hay mujeres que no se valoran y cobran una miseria,” señala.

A lo largo de su carrera, Valeria ha tenido que lidiar con clientes que intentan estafarla o que son poco higiénicos. “Algunos yumas no son tan limpios, vienen con unos buenos olores por ahí,” dice con desagrado. También menciona las peticiones extrañas y poco convencionales de algunos clientes, que van desde prácticas sexuales inusuales hasta preferencias personales.

Impacto Emocional y Futuro

A pesar de las dificultades, Valeria no se arrepiente de sus decisiones, ya que le han permitido sobrevivir y planear un futuro mejor. “Cada paso que he dado me ha llevado aquí. No me arrepiento de ninguno,” afirma. Su mayor aspiración es irse de Cuba y encontrar mejores oportunidades en el extranjero.

Valeria opina que el jineterismo en Cuba es el resultado directo de la situación económica y la falta de oportunidades. “El hambre y la miseria empujan a las mujeres a buscar maneras de sobrevivir,” dice. Si tuviera un trabajo bien remunerado, dejaría el jineterismo sin dudarlo, pero no cree que exista tal opción en Cuba.

A las mujeres que consideran entrar en este mundo, Valeria les aconseja no confiar en nadie y ser autosuficientes. “El dinero corrompe a las personas. En este mundo, todos caen por el dinero y la avaricia,” advierte.