“La revolución es como Saturno, que devora a sus hijos”, una frase que algunos atribuyen a Danton camino a la guillotina, parece resonar en las décadas de defenestraciones y purgas que han sostenido al régimen cubano. La reciente destitución de Alejandro Gil, el ministro de Economía del paquetazo, invita a repasar algunas de las caídas en desgracia más notables en los círculos de poder en Cuba desde 1959.
Desde el comienzo de la revolución, muchos de los destituidos han sido relegados a cargos insignificantes o han enfrentado décadas de cárcel e incluso fusilamientos. Nadie está a salvo del insaciable apetito de poder que ha caracterizado al círculo de ancianos que ha decidido el destino del país por más de sesenta años.
Este repaso no es exhaustivo, pues nombres como los de Luis Orlando Domínguez, Damodar Peña, y Humberto Rodríguez también podrían estar en esta lista de purgados.
Huber Matos, el comandante disidente
El comandante de la Revolución Huber Matos, héroe de la lucha guerrillera, fue condenado por traición a los diez meses del triunfo revolucionario y cumplió 20 años de cárcel en diversas prisiones de la isla. Matos, que dirigió la columna 9ª Antonio Guiteras, fue destituido como jefe del Ejército Rebelde en la provincia de Camagüey. Matos se opuso al giro socialista y autoritario de la naciente Revolución, afirmando: “No deseo convertirme en un obstáculo para la revolución y creo que, teniendo que escoger entre acomodarme a las circunstancias o hacerme a un lado para no causar ningún daño, lo más revolucionario para mí es irme”. Esta carta a Castro provocó su encarcelamiento, aunque Castro adujo que preparaba una insurrección en Camagüey.
Tras su excarcelación, Matos se exilió en Costa Rica y luego en Miami, donde se convirtió en una figura prominente de la oposición. Murió en el exilio en 2014. Sus memorias, tituladas Cómo llegó la noche, son esenciales para comprender la historia de la Revolución Cubana.
Caso Ochoa
Los juicios, encarcelamientos y fusilamientos vinculados a la caída en desgracia del general Arnaldo Ochoa, conocidos como la Causa No. 1 de 1989, son probablemente la purga más espectacular del castrismo. Ochoa, el coronel Antonio de la Guardia, el mayor Amado Padrón Trujillo y el capitán Jorge Martínez Valdés, acusados de narcotráfico internacional, fueron fusilados tras juicios sumarios televisados en 1989. Fueron acusados de «actos hostiles contra un Estado extranjero», un delito contra la seguridad del Estado. Otros seis hombres del círculo de Ochoa, incluyendo a Patricio de la Guardia y Diocles Torralba, fueron condenados a prisión. En la Causa No. 2, el exministro del Interior José Abrantes fue condenado a 20 años por corrupción y murió en prisión de un infarto. La implicación del gobierno cubano en el narcotráfico y cuánto sabían los Castro sobre estos hechos sigue siendo un tema de debate.
Carlos Aldana, el Gorbachov cubano
“Aldana ambicionaba convertirse en el Gorbachov de Cuba. Yo lo sabía y un día, delante de él, dije que si en Cuba salía un Gorbachov había que colgarlo de una guasima. Se puso pálido. Cuando después lo llamé a mi oficina y lo apreté, se desplomó. Lloró y lo contó todo,” relató Raúl Castro en una grabación filtrada tras la destitución de Robertico Robaina. Aldana, jefe del Departamento de Orientación Revolucionaria del Comité Central del PCC, fue destituido en 1992 por “graves defectos en el desempeño del cargo” y “serios errores personales”. Se decía que era un criptorreformista y había elaborado informes en favor de cierta flexibilización que no fueron bien recibidos por los hermanos Castro.
Robertico Robaina, presidenciable
“Yo cometí errores políticos y sobre todo éticos muy graves. Reconozco no haber sido lo suficientemente transparente con mis compañeros, que tuvieron motivos suficientes para sentirse traicionados por mí,” confesó Roberto Robaina en 2022 a la CNN. Robaina, quien había sido fulminado de su cargo de canciller en 1999, fue expulsado “deshonrosamente” del Partido Comunista de Cuba por deslealtad y beneficiarse económicamente de sus relaciones con empresarios extranjeros. En grabaciones filtradas, Raúl Castro reprochó a Robaina su relación y el dinero no autorizado recibido del gobernador de Quintana Roo, Mario Villanueva, y con el exministro español Abel Matutes, quien dijo a Robaina: “Mi candidato siempre has sido tú”. Robaina fue sustituido por Felipe Pérez Roque.
Terry Molinet, por contradecir a Fidel
Héctor Terry Molinet, viceministro de Salud encargado de Higiene y Epidemiología, fue destituido en 1993 tras un brote epidémico de neuritis óptica. Sostuvo en una reunión con Fidel Castro que la mala nutrición era una de las causas de la enfermedad, afirmación que luego se probó cierta pero que le costó el puesto. Molinet falleció en 2021 debido a la Covid-19.
Marcos Portal, el autosuficiente
En 2004, Marcos Portal, ministro de la Industria Básica, fue destituido debido a la crisis energética que surgió ese año. Una semana antes de su destitución, Fidel Castro afirmó en televisión que no era consciente de la debilidad del sistema energético nacional. La nota oficial culpaba a Portal de “fuertes tendencias hacia la autosuficiencia y a la subestimación de criterios de otros experimentados compañeros”. Un empresario español citado por Mauricio Vicent en El País, dijo: “Era uno de los pocos ministros que se atrevía a defender en público sus criterios, aunque fuesen en contra de los de Fidel.” En 2020, un post de la Universidad de Oriente mostró a Portal presentando sus experiencias a jóvenes emprendedores.
Luis Ignacio Gómez, el ministro viajero
En 2008, Fidel Castro, ya retirado, asumió la destitución de Luis Ignacio Gómez, ministro de Educación durante casi dos décadas. Castro criticó que Gómez había viajado al exterior más de 70 veces en diez años. “Durante los tres últimos lo hizo con la frecuencia de un viaje por mes, utilizando siempre el pretexto de la cooperación internacional de Cuba. Por este y otros elementos de juicio, no se tiene ya confianza en él; más claro todavía: ninguna confianza”, escribió Castro.
La guillotina de Raúl o las mieles del poder
La década del raulismo (2008-2018) fue de transición, desplazando a muchos favoritos de Fidel. En marzo de 2009, varios cuadros fundamentales fueron destituidos: Carlos Lage, Felipe Pérez Roque, Fernando Ramírez de Estenoz y Otto Rivero. Fidel Castro se desmarcó de estas decisiones afirmando: “La miel del poder, por el cual no conocieron sacrificio alguno, despertó en ellos ambiciones que los condujeron a un papel indigno.” Un mes después, se circuló un video donde Lage y Pérez Roque aparecían tomando cervezas y bromeando sobre “los jefes”. Lage, en una grabación, ironizó sobre no haber sido elegido para un puesto clave. Rivero, nombrado director de la Batalla de Ideas, quedó con secuelas psicológicas tras su destitución. Valenciaga, jefe de despacho de Fidel, también cayó en desgracia y confesó su alcoholismo en un post reciente.
Yadira García Vera, la deficiente
En 2010, Yadira García Vera fue destituida por Raúl Castro debido a “deficiencias” en la conducción del Ministerio de la Industria Básica. La nota oficial mencionaba un “débil control de recursos destinados al proceso inversionista y productivo”.
Rogelio Acevedo, también caen los históricos
En 2010, el general Rogelio Acevedo, histórico de la revolución, fue destituido como presidente del Instituto de Aeronáutica Civil. Se vio envuelto en un escándalo de corrupción relacionado con el uso extraoficial de aviones cubanos para trabajos en el extranjero.
Alejandro Gil, continuidad
El pasado jueves, el régimen cubano anunció una investigación contra Alejandro Gil, exministro de Economía, por “graves errores cometidos” durante su gestión. Un comunicado firmado por Díaz-Canel y transmitido por la televisión cubana expuso que se realizó una rigurosa investigación contra Gil. Se determinaron “graves errores” y se sugirió que el Ministerio del Interior inicie “las actuaciones correspondientes”. Aunque no se precisan los detalles, se alude a procesos de corrupción. La nota afirmó que el Partido y el Gobierno no permitirán “la proliferación de la corrupción” y mantendrán “tolerancia cero” a este tipo de manifestaciones.
Gil está arrestado y su destino parece seguir el patrón de las más notorias defenestraciones del castrismo, reflejando la continuidad en la gestión de Díaz-Canel.