Cuba amaneció este viernes con las mismas tétricas noticias de la Unión Eléctrica (UNE), anunciando apagones las 24 horas del día debido a un elevado déficit de capacidad de generación. Este déficit es quizás uno de los más altos desde que la empresa estatal empezó a aparentar transparencia en sus redes sociales.
«Se estima para la hora pico una disponibilidad de 2,150 MW y una demanda máxima de 3,380 MW, para un déficit de 1,230 MW, por lo que de mantenerse las condiciones previstas se pronostica una afectación de 1,300 MW en este horario», indicó la empresa dirigida por Alfredo López Valdés. Esta cifra refleja una situación alarmante, donde la demanda supera ampliamente la oferta, causando apagones prolongados y generalizados.
El informe del jueves pronosticó afectaciones del orden de los 981 MW. Sin embargo, este viernes, la UNE reconoció que sus pronósticos se quedaron cortos y admitió que las afectaciones alcanzaron «los 1,309 MW a las 20:50 horas, coincidiendo con la hora pico». Este desajuste en las previsiones muestra la gravedad y la imprevisibilidad de la crisis energética que afecta al país.
De repetirse el mismo margen de error que la víspera, que dejó la previsión un 26% por debajo de las afectaciones reales, los cubanos podrían ver incrementado el déficit pronosticado en algo más de 300 MW. Esto elevaría la predicción a los 1,600 MW, un «nivel» de apagón significativo, como dirían los funcionarios de la «continuidad». La magnitud de estos apagones ha sido un golpe devastador para la población, ya exhausta de lidiar con cortes de electricidad constantes.
Además de estas pésimas noticias, los cubanos siguen a la expectativa de saber qué pasó finalmente con la Unidad 6 de la termoeléctrica de Nuevitas, que se desconectó del sistema electroenergético nacional (SEN) menos de 24 horas después de su sincronización. La desconexión de esta unidad ha generado una gran incertidumbre y preocupación entre la población, que depende de su funcionamiento para aliviar el déficit energético.
La información sobre esta desconexión fue escamoteada a la opinión pública después de que el lunes un amplio reportaje de Bernardo Espinosa para la Televisión Cubana glosara los éxitos de una parada técnica de mantenimiento que mantuvo a dicha unidad fuera de servicio durante 77 días. Desde entonces, la UNE y la prensa oficialista no han ofrecido explicaciones sobre la avería sufrida en Nuevitas, ni pronósticos de fecha de reparación y reconexión al SEN. Esta falta de transparencia ha generado descontento y sospechas entre la población.
Con temperaturas máximas de récord para la temporada y con 18 horas de apagón al día, los cubanos ya empiezan a expresar públicamente su malestar en forma de protestas espontáneas. Este jueves, en Baracoa, una multitud de vecinos salió a las calles al grito de «¡queremos corriente!». Estas protestas reflejan la desesperación y el hartazgo de la ciudadanía ante una situación que parece no tener fin.
Ante este panorama, el ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, confirmó que el gobierno prevé que los mantenimientos a las unidades termoeléctricas del país continuarán hasta el 30 de junio. Según sus declaraciones, a partir de esa fecha, en teoría, disminuirán los apagones en Cuba. Sin embargo, la población recibe estas promesas con escepticismo, dado el historial de incumplimientos y la gravedad de la situación actual.
La prolongada crisis energética en Cuba no solo afecta la vida cotidiana de los ciudadanos, sino que también tiene profundas repercusiones económicas. Los cortes de electricidad interrumpen la actividad productiva, afectan el funcionamiento de los servicios básicos y aumentan la frustración de la población. Esta situación ha puesto de manifiesto la necesidad de una solución estructural y sostenible al problema energético del país.