La Unión Eléctrica de Cuba (UNE) se encuentra en el centro de una tormenta de descontento, con cubanos en todo el país enfrentando apagones que duran hasta 18 horas al día. En respuesta a la creciente presión, la Empresa Eléctrica de Holguín ha decidido incorporar un enfoque poco convencional al contratar un psicólogo para ayudar a sus trabajadores a manejar el estrés causado por esta crisis.
Los empleados del sector eléctrico, quienes como cualquier otro cubano sufren las consecuencias de la crisis energética, deben además lidiar con la enorme responsabilidad de mantener el servicio funcionando, aunque sea de manera mínima. Estos trabajadores se enfrentan a la difícil tarea de interactuar directamente con el público, respondiendo a innumerables llamadas de ciudadanos ansiosos o enfadados por los cortes de luz en sus áreas, cobrando por un servicio que es prácticamente inexistente y realizando otras labores que añaden más tensión a su ya complicada vida cotidiana.
Según comunicados de la Empresa Eléctrica de Holguín en redes sociales, «El estrés es una tensión física y emocional que surge como reacción a un estímulo o presión, positiva o negativa. Funciona como un mecanismo de defensa que ayuda al organismo a adaptarse a nuevas situaciones». Este comentario fue parte de la preparación para una charla sobre el estrés, ofrecida por el Lic. José Luis Cruz Alonso, destinada a los trabajadores durante una reunión sindical y de comunicación que la empresa celebra regularmente.
La reunión fue descrita como una oportunidad ideal para discutir sobre este fenómeno, que la empresa considera un componente «inherente» de la situación actual. Esto sugiere una resignación a aceptar el estrés como parte inevitable de la vida bajo la actual crisis energética.
El enfoque de la Empresa Eléctrica de Holguín hacia el estrés laboral refleja la incapacidad del régimen cubano para abordar el colapso del sistema electroenergético nacional (SEN) y otros problemas críticos como la inflación y la escasez de alimentos. En vez de buscar soluciones fundamentales a estos problemas, el régimen parece enfocarse en mantener viva su propaganda, que es ampliamente rechazada por la mayoría de los cubanos.
La adopción de la «atención psicológica» como parte del control social ejercido por el régimen sobre los ciudadanos es una táctica de manipulación antigua, que ha sido reforzada por programas como «Vale la pena», conducido por el psicólogo Manuel Calviño. Este recurso busca normalizar el estrés entre los trabajadores y desviar su atención de las deficiencias de los líderes hacia una gestión más personal de sus emociones.
Además, el régimen cubano ha llegado a extremos absurdos, como las recientes declaraciones de una asociación espiritista que prometió salvar la patria y la revolución. «Hay que desatar las fuerzas productivas y también las fuerzas espirituales de la Revolución», declaró el presidente Miguel Díaz-Canel, destacando una estrategia que intenta revivir el fervor revolucionario a través de medidas espirituales y psicológicas.
Este enfoque en lo espiritual y psicológico refleja una pobreza intelectual y moral en los discursos del régimen, llevando sus estrategias propagandísticas a niveles de absurdo y ridículo sin precedentes. Mientras tanto, figuras como el exministro de Economía, Alejandro Gil Fernández, apelan a la fe para justificar las adversidades causadas por sus políticas, destacando la desconexión entre las necesidades del pueblo y las acciones del gobierno.
En última instancia, la crisis sistémica y generalizada de Cuba no se resolverá apelando a «fuerzas espirituales» o a una mejor comprensión de la psique humana. La solución reside en el ámbito político, en el diálogo social y en la voluntad política de iniciar un proceso de cambio radical, aspectos que los líderes actuales parecen incapaces o reacios a abordar.