En las redes sociales ha surgido una ola de indignación entre los cubanos por las condiciones de la comida que se ofrece a los pacientes de hemodiálisis en el municipio de Pilón, provincia de Granma. Un usuario expresó su descontento al compartir la experiencia de acompañar a su tía al tratamiento y descubrir que el almuerzo proporcionado era simplemente arroz con mango. El usuario describió la situación como triste y dolorosa, subrayando la inadecuación del alimento no solo en términos nutricionales sino también morales.
“Estoy completamente muy triste porque he venido con mi tía a hacerse su tratamiento de hemodiálisis y al ver a la hora del almuerzo lo que se le ha dado a los pacientes, mírenlo ustedes mismos, esto es triste y doloroso”, fue el mensaje compartido por el familiar afectado.
Este menú, calificado de absurdo y despreciable por muchos, se percibe más como un chiste de mal gusto que como una comida que debería cumplir con los requisitos dietéticos de pacientes en una situación médica delicada. Este incidente ha puesto de relieve lo que muchos ven como una muestra de la indiferencia de las autoridades hacia el bienestar de los ciudadanos.
Aunque el gobierno cubano se jacta de ofrecer un sistema de salud gratuito y de calidad, los testimonios y las denuncias en redes sociales pintan un panorama muy distinto. Los pacientes, no solo en este municipio sino en muchos otros hospitales de la isla, frecuentemente enfrentan condiciones precarias y se les ofrece comida que es tanto nutricionalmente inadecuada como visualmente desagradable.
Es alarmante que, en el siglo XXI, y en un país que promueve valores de igualdad y justicia social, se sigan presentando estas situaciones que no solo comprometen la salud física de los pacientes, sino también su dignidad humana. El caso del “arroz con mango” no es solo un problema de malnutrición, sino también un acto de desprecio hacia la dignidad de las personas.
Este incidente evidencia una gran desconexión entre la retórica del régimen y la realidad cotidiana de los cubanos que sufren por falta de recursos básicos mientras los líderes del país parecen disfrutar de privilegios y lujos. Las denuncias apuntan hacia una gestión gubernamental que no solo descuida las necesidades fundamentales de la salud, sino que también malgasta recursos que podrían mejorar significativamente la calidad de vida de la población.