Anabel Leal, originaria de Cuba, ha sido una figura prominente en el ámbito de las artes, tanto en su país natal como en el extranjero. Su carrera abarca desde la dirección de proyectos audiovisuales hasta roles administrativos en instituciones educativas de prestigio. En particular, ocupó el cargo de decana en la Facultad de Teatro del Instituto Superior de Arte (ISA) y lideró el Centro de Formación Profesional de la Televisión Pública en Angola.
Durante las décadas de 1980 y 1990, Anabel fue un rostro familiar en la televisión cubana. Además, participó activamente en el teatro y en el cine. A pesar de su éxito, enfrentó reticencias familiares inicialmente: “mi mamá estaba renuente, nunca firmó las planillas para la escuela. No quería que fuera actriz, quería una doctora. Mi papá fue el que me apoyó. La vida me dio la razón: cada uno tiene un camino”, reveló en una entrevista en el programa de Carlucho. Su madre temía que no lograra establecerse como actriz, dado que no había artistas en la familia, todos eran médicos o ingenieros.
Anabel decidió seguir su pasión por las artes dramáticas estudiando en el Instituto Superior de Arte y más tarde, especializándose en dirección de cine, radio y televisión. Su entusiasmo no se limitaba únicamente a actuar, sino también a lo que sucedía detrás de cámaras.
Entre sus trabajos destacados se encuentran «Hoy es siempre todavía» (1987) y «Hermanos» (1988), además de su actuación en la telenovela «Una muchacha» (1987), dirigida por Miguel Zanabria, donde interpretó a Nelia y su esposo real, Rini Cruz, a Rubén. Curiosamente, Anabel y Rini no tienen una foto de su propio día de boda, por lo que utilizan una de esta telenovela como recuerdo de su unión.
En 1992, presentó «Pasión y prejuicio», su tesis de grado como directora de televisión, en la que también actuó. En esta producción, interpretó a Angélica, una joven traumatizada tras una agresión. «Eduardo Macías me dio el personaje. Siempre quisimos que, a ella, cuando la vinieran a ver, tuviera un final feliz, pero Macías dijo que esa era una telenovela diferente y que, entonces, no reaccionaría», compartió en el espacio de conversación antes mencionado.
Por sus destacadas contribuciones, Anabel fue nombrada Decana de la Facultad de Teatro de la Universidad de las Artes en Cuba y, hacia finales de los años noventa, comenzó a colaborar en Angola, donde trabajó primero como asesora y luego dirigió una escuela de actuación que ella misma ayudó a fundar. Junto con Rini, escribieron y dirigieron la primera miniserie de ficción creada en Angola.
En el 2000, Anabel y su familia se mudaron a Estados Unidos, llevando consigo a sus dos hijos, Ariel, de dos años, y Abel, de diez. Abel más tarde serviría en el ejército estadounidense, participando en dos ocasiones en la guerra de Afganistán.
En una entrevista con Mega TV, Anabel reflexionó: “Cuando aún estábamos en la flor de nuestra carrera como actores, decidimos estudiar dirección de radio, cine y televisión y llegamos a hacer cosas como directores en Cuba, afortunadamente. Logramos salir a asesorar en otro lugar. Vivimos una etapa muy linda como actores y realizadores y acá llegamos a la conclusión de que lo que mejor habíamos hecho había sido estudiar dirección y saber lo que había detrás de cámaras”.
Una vez en Miami, mientras su esposo comenzaba trabajando en construcción, Anabel se desempeñó como ama de llaves, atendiendo la casa de la dueña de la misma empresa. Sin embargo, no tardaron en regresar al mundo del arte. Anabel trabajó como actriz para Fonovideo, Univisión, Telemundo y Venevisión Internacional. Durante más de una década, AmericaTeVé la acogió como escritora, productora y directora de «Clave Guajira».
“Lo que más adoro es actuar y lo hice con muchas ganas, durante mucho tiempo y con calidad. Prefiero que la gente me recuerde con esa calidad y no hacer cualquier cosa”, declaró en «La Casa de Maka».
Junto a Rini, decidieron emprender juntos y fundaron Imago Studio, una compañía dedicada a la publicidad, especializada en fotografía, videos de eventos y producción.
A lo largo de su vida compartida, que ya suma 35 años, Anabel y Rini han cultivado un matrimonio basado en la tolerancia, la confianza, la comprensión y el amor. Se casaron en un bufete en Santiago de las Vegas y vivieron en Mulgoba, en el municipio habanero de Boyeros. Desde su primer trabajo conjunto en «Hoy es siempre todavía», han sido inseparables, apoyándose mutuamente tanto en sus carreras como en los desafíos personales, incluyendo las angustiantes noches esperando noticias de su hijo en la guerra.
