La dictadura cubana ha invertido masivamente en sistemas de inteligencia concentrados en La Habana para mantener un estricto control sobre su población. Estas «cities» de inteligencia, situadas estratégicamente en la capital, no solo son centros de operaciones, sino también símbolos de un Estado vigilante.
Según la revelación de un militar cubano molesto con el régimen castrista, una de estas instalaciones críticas se encuentra en la Avenida 60, conocida por su construcción robusta y diseño que combina elementos de seguridad máxima con tecnología avanzada. Otra «city», mencionada en una entrevista exclusiva con el influencer Darwin Santana, está ubicada en una zona grande con amplias instalaciones de antenas y sistemas de comunicación, destacando por su fachada completamente acristalada, una característica que oculta la sofisticación y el costo de los equipos al interior.
Desde los primeros años después de la Revolución, Cuba contó con la ayuda de la Unión Soviética para el desarrollo de estas capacidades de inteligencia, colaboración que se mantuvo con países como China y Vietnam tras la caída del campo socialista. Estos sistemas han sido utilizados tanto para el control interno como para la interceptación de comunicaciones internacionales, evidenciando su capacidad de alcance hasta en países del hemisferio norte, como Canadá.
Relación de los centros de inteligencia con el Síndrome de La Habana
Las capacidades de espionaje cubanas no se limitan a la vigilancia doméstica. Estos sistemas también han sido utilizados para interferir en las operaciones de entidades extranjeras. Algunos sugieren que estos sistemas podrían estar relacionados con los ataques sónicos contra las sedes diplomáticas de Estados Unidos y Canadá, incidentes que afectaron la salud de varios diplomáticos y sus familias, creando un conflicto internacional aún sin resolver. Este fenómeno, conocido como el Síndrome de La Habana, ha generado preocupaciones internacionales de que Cuba utiliza su capacidad de espionaje para realizar operaciones hostiles o provocativas.
Estos incidentes han provocado tensiones diplomáticas y han afectado la percepción internacional de la dictadura comunista cubana. Cuba es conocida por exportar su experiencia en inteligencia y seguridad a aliados políticos, especialmente en América Latina y entre los países del bloque bolivariano (Venezuela y Nicaragua), donde el espionaje cubano se percibe tanto con cautela como una herramienta de influencia política.
A pesar de la avanzada tecnología en las «cities» de inteligencia, otras áreas vitales como la infraestructura pública y la atención médica han sido notoriamente descuidadas. Este contraste resalta la prioridad del gobierno cubano de enfocar recursos en el mantenimiento del poder mediante la vigilancia, en lugar de mejorar las condiciones de vida del pueblo cubano. Esto subraya las prioridades del régimen, donde la estabilidad política y el control del Estado parecen tener mayor importancia que las necesidades básicas de la población.