En Miami, un ex coronel del Ejército cubano reveló que, por más de dos décadas, el régimen cubano mantuvo una instalación militar subterránea dedicada al desarrollo de armas biológicas. Según el doctor Roberto Ortega Morales, quien ocupó el cargo de jefe de los servicios médicos de las Fuerzas Armadas Cubanas (FAR) de 1984 a 1994, esta instalación, denominada Labor Uno, se encuentra cerca de San José de las Lajas, al sureste de La Habana, y fue construida en los primeros años de la década de 1980.
«La instalación se construyó a comienzos de los años 80 en un área cercana a San José de las Lajas [al sureste de La Habana], y es conocida como Labor Uno», compartió Ortega, quien a sus 58 años, detalló que el laboratorio se edificó bajo tierra con altos niveles de protección debido a su propósito de manejar agentes patógenos altamente contagiosos y de rápida propagación.
Ortega reveló que los patógenos fueron importados principalmente de África, aprovechando la presencia militar cubana en ese continente hasta 1989. «Son gérmenes de alta peligrosidad que pueden desencadenar epidemias de consecuencias fatales, como la peste bubónica, el ántrax y la fiebre amarilla», dijo en una entrevista con El Nuevo Herald, añadiendo que «En particular, Angola se utilizó como una fuente de gérmenes».
El ex coronel no descarta que la instalación aún esté operativa y sugiere que organismos internacionales deberían solicitar una inspección del sitio. «Al menos hasta hace tres o cuatro años estaba en operaciones», afirmó, sugiriendo la posibilidad de que aún existan evidencias en el lugar.
El Departamento de Estado de EE. UU. optó por no comentar sobre las declaraciones de Ortega, manteniendo su política de no discutir públicamente asuntos de inteligencia sensibles.
Ortega, quien tuvo conocimiento directo de Labor Uno a finales de 1992 durante una visita de una delegación militar rusa a Cuba, indicó que el proyecto estaba bajo la supervisión directa de las más altas autoridades de las FAR y fue liderado por el general Guillermo Rodríguez del Pozo, vinculado a la familia de Raúl Castro.
Después de separarse de las FAR en 1994 y trabajar en contrainteligencia hasta 1996, Ortega abandonó Cuba en 2003, desertando a México desde donde cruzó a Estados Unidos para solicitar refugio. Su testimonio se suma a las preocupaciones expresadas durante la administración de George W. Bush sobre la capacidad de Cuba para desarrollar armas biológicas, una afirmación que La Habana ha negado en repetidas ocasiones. Incluso el ex presidente Jimmy Carter, tras visitar el CIGB en 2002, aseguró que Cuba no poseía armas biológicas ni tenía intenciones de fabricarlas, aunque Ortega sugiere que Carter fue llevado intencionalmente a lugares donde no podría encontrarlas.