Un residente de La Habana, Manuel Viera, compartió su frustrante experiencia al intentar comprar carne de cerdo en la ciudad, un desafío que va más allá de los elevados precios. En un contexto donde incluir proteínas en la dieta se ha convertido en un lujo, los consumidores se enfrentan no solo al costo prohibitivo, sino también a las actitudes arbitrarias y las demandas irracionales de algunos vendedores, quienes parecen preferir dejar que sus productos se desperdicien antes que satisfacer las necesidades de sus clientes.
Viera relató que la semana pasada visitó diversos agromercados y puntos de venta en el municipio de Playa, encontrando que el precio de la carne de cerdo (específicamente pierna y paleta) rondaba los 650 pesos la libra. Su intención era adquirir un trozo de aproximadamente cinco o seis libras; sin embargo, se encontró con la negativa de los vendedores, quienes insistían en vender únicamente piezas enteras, siendo la más pequeña de 14 libras.
Ante la inflexibilidad de los comerciantes, Viera se vio obligado a marcharse sin efectuar la compra. Mientras tanto, los vendedores permanecían inactivos, rodeados únicamente por enjambres de moscas, sin lograr vender sus productos. «Me fui sin comprar y en todos los casos quedaron ellos allí sin vender, aburridos y rodeados solo por un centenar de moscas. ¡Agradezco cualquier sugerencia!», expresó Viera, reflejando la complejidad de adquirir alimentos básicos en la isla.
