En respuesta a las recientes protestas espontáneas en Santiago de Cuba, un representante del Gobierno cubano ha emitido declaraciones que apuntan a un supuesto intento de desestabilización por parte de Estados Unidos. El vicecanciller cubano, Carlos Fernández de Cossío, expresó a través de la plataforma X (anteriormente conocida como Twitter) que estas manifestaciones son parte de un «nuevo intento desesperado» de Estados Unidos para incitar a la violencia y el malestar social en Cuba, aprovechando la difícil situación que, según él, ha sido exacerbada por seis décadas de bloqueo económico.
“Hay un nuevo intento desesperado por parte de Estados Unidos de desestabilizar a Cuba. Aprovechando la situación crítica que seis décadas de bloqueo económico ayudan a crear para incitar a la violencia, el malestar social y alterar la paz. Un acto abierto de agresión sacado de los libros de texto del imperialismo”, escribió el vicecanciller cubano.
Es notable que en sus declaraciones, Fernández de Cossío no hizo mención específica a Santiago de Cuba, donde se han concentrado las protestas, ni a las demandas concretas de los manifestantes, quienes han estado pidiendo mejoras en el suministro eléctrico y acceso a alimentos básicos, utilizando lemas como «Patria y Vida».
Por otro lado, el periodista oficialista Pedro Jorge Velázquez, a través de su cuenta de Facebook, intentó minimizar el impacto de las protestas, sugiriendo que los gritos de «Patria y Vida» provenían de «pequeños grupos dentro de la masa popular» y que no representaban el sentir de la mayoría de los manifestantes. Velázquez también acusó a ciertos medios y voceros de buscar la desestabilización social en la isla y promover la violencia entre los cubanos, mientras defendía la actuación del gobierno frente a las protestas.
Estas declaraciones reflejan la postura habitual del Gobierno cubano de atribuir las manifestaciones de descontento social a influencias externas, particularmente a acciones de Estados Unidos, sin abordar directamente las causas internas que motivan a los ciudadanos a salir a las calles. Esta estrategia de desviar la atención hacia supuestos complots extranjeros busca deslegitimar las demandas legítimas de la población y mantener el control narrativo sobre los eventos que ocurren dentro de la isla.