En la isla de Cuba, la marca Shein se comercializa como si fuera sinónimo de lujo, al nivel de gigantes como Chanel, Louis Vuitton, Gucci, Christian Dior, Versace, Fendi y Prada. Esto no es un misterio para la población local. Los precios exorbitantes se aplican a los productos de una marca que ha estado en el centro de numerosas controversias, incluidas las inquietudes sobre la calidad de sus productos, materiales de baja calidad, tallas inconsistentes y acabados poco cuidados. Estas preocupaciones han generado dudas en el mercado sobre la durabilidad y el valor real de los productos adquiridos.
Para entender mejor, hablemos de Shein.
La industria de la «moda rápida» se caracteriza por la producción masiva de prendas basadas en las últimas tendencias y una supuesta necesidad de constante innovación. Este modelo de negocio contribuye significativamente al desperdicio y tiene un impacto ambiental considerable, tal como lo señala un informe del Banco Mundial de 2019. Desde el año 2000, la producción de prendas se ha duplicado, alcanzando los 100 000 millones de unidades.
Una de las razones detrás de la popularidad de estas marcas es su accesibilidad y los precios notablemente bajos en comparación con las tiendas de ropa convencionales, siendo Shein un claro ejemplo de ello.
Originaria de China, Shein ha capturado la atención de consumidores jóvenes y de aquellos que buscan moda a precios accesibles en todo el mundo, especialmente en mercados clave como Estados Unidos, Europa y Australia. La marca ofrece una amplia gama de productos, desde tops cortos hasta bikinis y vestidos, con un precio promedio de alrededor de 10,70 dólares.
La historia de Shein comenzó en 2008, cuando fue fundada bajo el nombre de Sheinside por Chris Xu, un empresario especializado en marketing digital y ventas de vestidos de novia en línea. El nombre se acortó a Shein aproximadamente cinco años después.
Hoy en día, tras el impulso recibido durante la pandemia, Shein se ha establecido como uno de los principales actores en el ámbito de la moda rápida, distribuyendo sus productos a 220 países. Aunque la empresa mantiene en reserva sus datos financieros, estimaciones de la consultora CB Insights sugieren que las ventas superaron los 10 000 millones de dólares en 2020, alcanzando los 16 000 millones en 2021 y 27 700 millones en 2022.
El éxito de Shein radica en su capacidad para analizar el mercado y producir grandes volúmenes de prendas en tiempos récord, dirigidos a consumidores que buscan seguir las últimas tendencias sin gastar mucho dinero. La marca añade alrededor de 6 000 nuevos productos a su catálogo diariamente.
Además, Shein ha sabido aprovechar el poder de las redes sociales, acumulando más de 250 millones de seguidores. Su estrategia de marketing, centrada en anuncios dirigidos y colaboraciones con influencers en plataformas como Instagram y TikTok, le ha permitido mantenerse relevante entre el público más joven.
En Cuba, figuras como Laura se han convertido en «vendedoras» de Shein, actuando como verdaderas embajadoras de la marca. Utilizan sus historias de WhatsApp, crean páginas en Facebook y organizan sorteos y concursos en Instagram para promocionar los productos. Laura no está sola en este emprendimiento, ya que muchos han identificado en Shein una oportunidad de mercado atractiva y sostenible.
Laura se considera una proveedora directa, lo que le permite ofrecer precios más bajos que el promedio en Cuba. Cuando se le pregunta sobre su modelo de negocio, se describe a sí misma como una intermediaria de compras. Dado que las compras directas desde Cuba en Shein no son posibles, el proceso implica seleccionar los productos deseados en la tienda en línea y realizar la compra a través de un familiar en Estados Unidos, utilizando una tarjeta Visa o Mastercard.
«El precio final para el cliente en Cuba es el mismo, ya sea en USD, MLC, euros o la moneda nacional al tipo de cambio actual. La entrega tarda entre 20 y 30 días», explica Laura a Cuba Joven. Sin embargo, los «precios atractivos de Shein» aumentan significativamente una vez que se suman los costos de mensajería en La Habana, los gastos de envío al país, el peso de los productos y los impuestos por la gestión.
Así, el costo final de una prenda de Shein puede duplicarse, haciendo que su precio sea comparable al de marcas de lujo como Versace. A pesar de esto, y considerando la escasez de opciones atractivas para los jóvenes en el mercado estatal, el precio final puede parecer razonable. La elección es clara: vestirse con Shein o no vestirse en absoluto. No hay término medio.