¡Sin palabras! Anciano cubano sobrevive con las monedas que recoge de las ofrendas que le hacen a la Virgen de Regla en la Bahía de La Habana

Redacción

En medio de la aguda crisis económica que azota a Cuba, un anciano de 70 años, conocido como José Carlos, ha encontrado en las ofrendas lanzadas a la Virgen de Regla una inesperada fuente de subsistencia. Casi cada mañana, este septuagenario se dirige al emboque de Regla, un lugar sagrado para muchos devotos, donde meticulosamente recoge las monedas que los fieles arrojan al mar en honor a las deidades marinas.

La publicación de Periodismo de Barrio narra la cotidianidad de José Carlos, quien, de estatura baja y piel marcada por los años, se sumerge entre las olas buscando aquellos pequeños tesoros que los creyentes ofrecen como muestra de fe y devoción. Mientras realiza su búsqueda, José Carlos no pierde la oportunidad de compartir con los visitantes del lugar mensajes de esperanza y fe en Dios.

Las monedas que José Carlos logra recoger, aunque no son muchas, le permiten adquirir algunos productos básicos como café y cigarros, complementando así los ingresos que obtiene como custodio en una escuela de Guanabacoa. Además, en la institución educativa donde trabaja, aprovecha el comedor escolar para aliviar el hambre, encontrando en estas pequeñas ayudas un respiro ante la difícil situación económica que enfrenta.

José Carlos, consciente de la dureza de los tiempos que corren, justifica su acción con pragmatismo: “La cosa está bien dura, mientras no sea robar… Unas monedas no vienen mal. Son un alivio”. Sin embargo, su práctica ha comenzado a ser imitada por otros, especialmente personas mayores, quienes también buscan en el emboque de Regla un alivio a sus necesidades.

La acción de José Carlos y de quienes le han seguido ha generado un debate entre los habitantes y visitantes del lugar. Algunos consideran que recoger las monedas de las ofrendas es una falta de respeto hacia aquellos que, movidos por su fe, las lanzan al mar, así como hacia las propias deidades a las que van dirigidas. Otros, en cambio, comprenden y justifican la conducta de José Carlos y los demás buscadores de monedas, viéndola como una respuesta desesperada a la extrema necesidad que se vive en la isla.