Félix ‘Andarín’ Carvajal, el corredor cubano que no ganó unos Juegos Olímpicos por culpa de unas diarreas

Redacción

La anécdota más singular del deporte cubano, sin duda alguna, gira en torno a los acontecimientos de 1904, durante los cuartos Juegos Olímpicos de la era moderna en Saint Louis, Estados Unidos. En este escenario, emerge la figura de Félix Carvajal, un cartero habanero cuya rutina laboral implicaba recorrer la ciudad a pie para entregar cartas. Este oficio temporal no le impedía, sin embargo, cultivar una pasión por las carreras de larga distancia, disciplina en la que había demostrado su valía al vencer al atleta español Mariano Berza en una competencia que lo mantuvo en movimiento durante doce horas.

Ante la imposibilidad de obtener apoyo financiero del gobierno de Estrada Palma para su participación olímpica, Carvajal recurrió a la solidaridad ciudadana, vistiendo un pulóver que solicitaba colaboración para su causa. Gracias a la generosidad del pueblo, logró reunir los fondos necesarios para emprender su viaje hacia la competición internacional.

La travesía de Carvajal por territorio estadounidense está envuelta en misterio, con relatos que hablan de un derroche de recursos en Nueva Orleans y un largo peregrinaje a pie hasta Saint Louis, así como de su llegada apresurada y poco ortodoxa a la línea de salida de la maratón. A pesar de estas adversidades, Carvajal tomó la delantera en la carrera, distanciándose significativamente de sus competidores, incluido el favorito local Fred Lordz.

Sin embargo, el destino le tenía preparada una prueba aún más dura. La falta de alimento desde su partida de Cuba y la ingesta improvisada de manzanas durante la carrera provocaron en Carvajal severas molestias estomacales que lo obligaron a detenerse en múltiples ocasiones. A pesar de estos contratiempos, logró cruzar la meta en quinto lugar, posición que mejoraría tras la descalificación de Lordz por haber completado parte del recorrido en vehículo.

El regreso de Carvajal a Cuba no fue menos aventurero, demorando catorce meses en reunir los medios para volver a su tierra natal, tiempo durante el cual acumuló cierta fortuna gracias a sus victorias en diversas competencias en Estados Unidos.

La vida de Carvajal estaría marcada por hazañas aún más asombrosas, como su maratónica carrera alrededor de la Manzana de Gómez, alimentándose únicamente de jugo de naranja, y su épica travesía de 2300 kilómetros alrededor de la isla de Cuba. Estas gestas consolidan su legado como una de las figuras más pintorescas y admirables del deporte cubano.