La reciente partida de Juana Bacallao, a sus 98 años, ha desencadenado una ola de emotividad y recuerdos entre sus seguidores y aquellos que tuvieron el privilegio de conocer a esta emblemática figura de la cultura cubana. Nacida el 26 de mayo de 1925 en el vibrante barrio de Cayo Hueso, en La Habana, bajo el nombre de Neris Amelia Martínez Salazar, Juana se erigió como un verdadero símbolo de la idiosincrasia y el arte popular de la isla.
Entre las numerosas anécdotas que adornan su legado, algunas resaltan por su singularidad y encanto. Una de ellas es el encuentro entre Juana y la superestrella Beyoncé en el Gato Tuerto, donde la cubana, con su característico desparpajo, se refirió a ambas como «panteras», creando un momento inolvidable para todos los presentes.
Cuenta el pintor Elio Villate que cuando Beyoncé estuvo en Cuba hace varios años, visitó el Gato Tuerto, lugar donde actuaba Juana.
En un momento de su actuación, “Beyoncé se emociona y sube al estrado a saludar a Juana, entonces un escolta de la norteamericana se levanta del asiento en pos de proteger a su clienta… y Juana al darse cuenta le dice: ‘¡Tranquilo, yénica, que esto es de pantera a pantera!”.
Otra historia memorable es la vez que Juana, con su presencia imponente y su voz inconfundible, logró disuadir a un grupo de policías que pretendían arrestar a la activista trans Kiriam Gutiérrez.
En ese momento, cuenta Kiriam que las palabras de Juana la salvarron de ir presa.
“Ella dijo: ‘Esta pajarita hoy es mía, ella se va hoy con Juana, si se la llevan me tienen que llevar a mí, y yo no soy fácil, ¿tú no me conoces a mí?’”.
Con su intervención, Juana no solo demostró su carácter indomable, sino también su solidaridad y su capacidad para proteger a quienes consideraba bajo su ala.
La anécdota del accidente automovilístico en el que Juana se vio involucrada es otra muestra de su espíritu indomable. A pesar del susto y la conmoción inicial, Juana logró salir ilesa, y con su habitual sentido del humor, comentó a la multitud reunida: «¡Ay, mi pueblo, por poco me despingan!», convirtiendo un momento de tensión en una escena digna de recordar.
Las historias que rodean a Juana Bacallao con figuras legendarias son dignas de ser contadas una y otra vez. En un encuentro memorable con Alicia Alonso tras una de sus actuaciones, Juana no dudó en expresar: «Alicia, ya vine a tu show, vamos a ver cuándo tú vas al mío», demostrando la naturalidad y espontaneidad que la caracterizaban.
La anécdota de su reencuentro con Celia Cruz es igualmente emblemática. Durante una actuación de Juana en Nueva York, Celia, presente entre el público, decidió llevarle flores a su camerino. Al abrir la puerta y encontrarse con Celia, Juana le dijo con su característico humor: «Celia, dame las flores y piérdete, que aquí, una de las dos, o tú o yo, es de la Seguridad», haciendo alusión a la tensa situación política de la época.
Juana también se vio envuelta en las dinámicas políticas de Cuba, participando a su manera en las campañas del régimen. Su peculiar forma de abordar temas serios quedó evidenciada cuando, refiriéndose a la situación de Angela Davis, exclamó: «¡Nixon, suéltala, déjala vacilar!», transformando un asunto de gran peso en una expresión jocosa.
En otra ocasión, al hablar de los «Cinco Héroes», Juana confundió el grupo con Los 5U4, una banda de músicos ciegos, demostrando su tendencia a mezclar la realidad con su particular visión del mundo. Y en un acto público, se dirigió a un importante funcionario y su grupo como «Fulano y sus secuaces», sin temor a las posibles consecuencias de sus palabras.
Durante un congreso de la UNEAC, tuvo la oportunidad de hablar directamente con Fidel Castro. Cuando este le preguntó por sus necesidades, Juana respondió con su inconfundible franqueza: «Comandante, tengo el gao en candela», mostrando su habilidad para mantener su esencia incluso en las circunstancias más formales.
Incluso en el ámbito internacional, Juana dejó su huella, como lo demuestra su encuentro con Michael Jackson. A pesar de la sorpresa y la emoción del momento, Juana mantuvo su esencia, sacudiendo al rey del pop y añadiendo esa experiencia a su ya rica colección de vivencias.
La última conversación telefónica entre Juana y su biógrafo, Lázaro Caballero Aranzola, revela la esencia inmutable de la artista, quien hasta el final de sus días conservó su humor y su perspectiva única sobre la vida. Juana bromeaba sobre la extensión de su biografía, comparándola con «Las mil y una noches», y reflexionaba sobre la naturaleza efímera de la fama y el encanto de las estrellas.
Estas anécdotas, entre muchas otras, conforman el mosaico de recuerdos que Juana Bacallao deja tras de sí. Su legado no solo se encuentra en sus actuaciones memorables y su música, sino también en las historias que compartió, las vidas que tocó y la alegría que sembró a su paso. Juana Bacallao, con su espíritu irreverente y su corazón generoso, permanecerá como una figura inolvidable en la historia cultural de Cuba, recordada no solo por su talento, sino también por su humanidad y su capacidad para convertir cada momento en una celebración de la vida.