El juego conocido como «La Bola», que ha capturado la atención de muchos en Cuba recientemente, promete una ganancia exorbitante de 4.000 CUP a cambio de una inversión inicial de 500 CUP. Este esquema, que ha seducido a varios con su promesa de «negocio seguro», ha resultado ser una estafa que ha dejado a más de uno lamentando su decisión de participar.
El funcionamiento de «La Bola» se basa en un sistema piramidal en el que participan 8 jugadores en el cuarto nivel, 4 en el tercero, 2 en el segundo y solo 1 en el primer nivel. La única manera de avanzar y eventualmente recoger la suma prometida es atrayendo a nuevos «inversores» al juego. Sin embargo, este modelo no es sostenible a largo plazo, ya que depende enteramente de la incorporación constante de nuevos participantes para financiar las ganancias de los jugadores en el nivel superior.
Este tipo de esquema, conocido como estafa piramidal o esquema Ponzi, es inherentemente fraudulento, ya que no existe una verdadera inversión ni generación de riqueza. En cambio, el dinero aportado por los nuevos miembros se utiliza para cumplir con las promesas hechas a los jugadores en la cima de la pirámide. Como resultado, el sistema está destinado a colapsar en cuanto se detenga el flujo de nuevos participantes, dejando a la mayoría de los jugadores con pérdidas.
En Cuba, participar en un esquema como «La Bola» no solo es riesgoso desde el punto de vista financiero, sino que también constituye un delito tipificado como estafa según la Ley No. 62 del Código Penal cubano. Aquellos que engañen a otros para obtener un beneficio patrimonial ilegítimo, empleando ardides o engaños, pueden enfrentarse a sanciones que incluyen la privación de libertad y multas significativas.
El esquema Ponzi, nombrado así por Charles Ponzi, quien popularizó este tipo de fraude en la década de 1920, se caracteriza por prometer altos retornos de inversión con poco o ningún riesgo. Los primeros inversores reciben sus ganancias a partir del dinero aportado por los inversores posteriores, creando una ilusión de un negocio rentable. Sin embargo, la estructura piramidal garantiza que solo unos pocos en la cima se beneficien a expensas de una base cada vez más amplia de participantes que inevitablemente sufrirán pérdidas.
Es crucial para los potenciales inversores estar alerta y reconocer las señales de advertencia de un esquema Ponzi: rendimientos anormalmente altos, falta de transparencia sobre cómo se invierte el dinero, y la presión para reclutar a nuevos miembros. Además, la insistencia en realizar pagos de manera indirecta y las evasivas al intentar retirar la inversión son indicativos claros de un posible fraude.
El caso de Bernard Madoff, quien orquestó la estafa Ponzi más grande de la historia, sirve como un sombrío recordatorio de los peligros de estos esquemas. A pesar de su reputación como uno de los inversores más respetados de Wall Street, Madoff abusó de la confianza de miles de inversores durante casi dos décadas, acumulando pérdidas de más de 65.000 millones de dólares antes de ser finalmente condenado a 150 años de prisión.
La historia de «La Bola» en Cuba es un ejemplo más de cómo estos esquemas piramidales pueden proliferar, atrayendo a individuos con la promesa de ganancias rápidas y fáciles. Sin embargo, la realidad es que estos «negocios seguros» son cualquier cosa menos eso, y es esencial que las personas se eduquen y se protejan contra tales fraudes para evitar ser víctimas de la próxima estafa piramidal.