El bullicio de la ciudad se detiene en un instante, mientras un auto turístico y una moto colisionan en la intersección de la calle 7ma y 28, en el municipio Playa de La Habana. Lo que sigue es un relato de momentos caóticos capturados en imágenes y compartidos en la esfera digital.
En el paisaje virtual de las redes sociales, una publicación en el grupo de Facebook «ACCIDENTES BUSES & CAMIONES, por más experiencia y menos víctimas» revela las secuelas del impacto. Fechado en la mañana del viernes, el post desata una ola de comentarios y especulaciones sobre las circunstancias del incidente.
Las imágenes muestran la cruda realidad del choque: una moto atrapada bajo la defensa delantera del auto, testigo mudo de un momento de distracción o imprudencia en las calles habaneras.
Con la voz de un testigo se levanta una acusación: el conductor del auto ignoró la señal de Pare, desencadenando así el desafortunado encuentro. Sin embargo, el estado del motorista permanece en la penumbra, sus heridas y su suerte desconocidas para quienes contemplan la escena a través de una pantalla.
En medio del debate digital, surge una división de opiniones: algunos señalan a los motoristas como responsables de transgredir las normas de tránsito, mientras que otros defienden su derecho al camino, respaldados por licencias y un supuesto cumplimiento de las reglas.
Pero entre las voces virtuales, una denuncia resuena con fuerza: ¿son los turistas quienes transitan sin consecuencias, desafiando las leyes locales sin temor a repercusiones? La pregunta queda suspendida en el aire, sin respuesta clara pero con la promesa de una discusión más profunda sobre la equidad en las vías cubanas.
Sin embargo, este incidente no es un caso aislado en el paisaje de los accidentes viales cubanos. La trágica pérdida de Melissa Maury Palacio, una joven de 22 años, se suma a la lista de víctimas de las calles peligrosas. Su historia se entrelaza con las estadísticas desgarradoras de más de 700 vidas perdidas en accidentes de tránsito durante el año anterior.
A pesar de los esfuerzos por reducir la cifra de accidentes, las estadísticas oficiales muestran una realidad desafiante: mientras que el número total de incidentes y lesionados disminuyó en comparación con años anteriores, el saldo fatal aumentó, dejando a 729 familias en duelo y a la nación enfrentando una crisis persistente en las carreteras.
En el laberinto de leyes y comportamientos en las calles cubanas, el desafío persiste: encontrar soluciones que protejan la vida y la seguridad de todos los que transitan por ellas, independientemente de su vehículo o su destino.