El martes pasado, un suceso inesperado sacudió el escenario migratorio en México: el Instituto Nacional de Migración (INM) detuvo a 150 migrantes de diversas nacionalidades, entre ellos cubanos, mientras viajaban irregularmente por el país.
Las autoridades migratorias mexicanas, en colaboración con la policía local, interceptaron a este grupo de migrantes en dos autobuses en el estado de Yucatán, al sur del país, dando un duro golpe a su travesía hacia destinos inciertos.
La diversidad de nacionalidades presentes en este grupo resalta la complejidad de la migración en la región: además de cubanos, se encontraban brasileños, dominicanos, guatemaltecos, hondureños, así como individuos procedentes de Jordania, Pakistán e India.
Según el comunicado emitido por el INM, la detención incluyó a 109 adultos solos y 10 núcleos familiares, con un total de 41 personas, entre las cuales se contaban once menores de edad no acompañados. Estos migrantes fueron trasladados a Mérida, la capital del estado de Yucatán, para iniciar el Procedimiento Administrativo Migratorio (PAM) y determinar su situación en México.
En un esfuerzo por comunicarse efectivamente con los detenidos, especialmente aquellos que no hablaban español, las autoridades utilizaron dispositivos electrónicos de traducción para explicar los procedimientos administrativos.