Lili Mantilla, la joven conocida por su involuntario protagonismo en el «caso felpitas», ha generado un nuevo revuelo al parecer haber dejado Cuba, aunque los detalles de su partida siguen envueltos en misterio.
La noticia surgió a través de un internauta identificado como Woody Alguacil Cubano, quien compartió fotos de Mantilla mostrando un pasaporte y un presunto boleto de avión con destino a México. Este anuncio desconcertante ha desencadenado una oleada de especulaciones sobre el futuro de la joven.
El caso de Lili Mantilla y su venta de felpitas se convirtió en un fenómeno viral en las redes sociales, pero también suscitó controversia y disputas entre compradores y vendedores. Un episodio que, aunque trivial en apariencia, refleja la complejidad de la vida cotidiana en Cuba y las tensiones sociales subyacentes.
No obstante, más allá de la anécdota de las felpitas, el caso de Mantilla ha sido objeto de análisis más profundos. Algunos comentaristas señalan cómo estas historias, aunque aparentemente insignificantes, sirven como una distracción para la población en medio de las dificultades y la represión que caracterizan al régimen cubano.
Las reacciones en las redes sociales no se hicieron esperar, con burlas y comentarios sobre la partida de Mantilla, e incluso especulaciones sobre su posible nacionalidad española, sugerida por el pasaporte que exhibió en una de las fotografías.
Sin embargo, detrás de este aparente drama de las felpitas se esconde un panorama más amplio de la sociedad cubana y las tensiones políticas que la atraviesan. Desde acusaciones de manipulación por parte del régimen hasta teorías sobre la verdadera identidad de ciertos personajes involucrados, el caso de Mantilla refleja las complejidades de la vida bajo un gobierno autoritario.
