La historia de La Gloria City es un fascinante capítulo en la rica cinta del pasado cubano, un relato que encapsula sueños, desilusiones y la inquebrantable resiliencia humana. En 1900, un grupo de 200 estadounidenses desembarcó en Cuba, llenos de esperanzas y planes grandiosos para establecer una colonia en la isla recién liberada del yugo español. Su llegada a Nuevitas, apenas unos años después de la guerra hispano-estadounidense, estuvo marcada por la ambición de que, con el tiempo y el aumento de colonos estadounidenses, Cuba podría eventualmente convertirse en parte de Estados Unidos.
Sin embargo, la realidad que enfrentaron estos pioneros estuvo lejos de las promesas y los planos idílicos vendidos por la ‘Cuba Land and Steamship Company’ de Nueva York. En lugar de un próspero asentamiento, encontraron un terreno inhóspito, plagado de manglares, fango y mosquitos. A pesar de las adversidades, su determinación les llevó a establecer La Gloria City, un nombre que nació del alivio y la satisfacción de encontrar un lugar relativamente libre de las dificultades naturales que habían enfrentado hasta entonces.
La historia de La Gloria City, sin embargo, no es solo la de los desafíos iniciales, sino también la de una comunidad vibrante y diversa que floreció contra todo pronóstico. A su apogeo, La Gloria City se convirtió en un crisol de nacionalidades, con una población compuesta no solo por estadounidenses, sino también por alemanes, polacos, ingleses, suecos, daneses, italianos y otras nacionalidades. La ciudad contaba con todas las comodidades y servicios de una comunidad próspera, desde estaciones de correos y telégrafos hasta escuelas, bibliotecas, tiendas y hoteles.
Sin embargo, el destino de La Gloria City cambió drásticamente con el devastador huracán de 1932, que destruyó gran parte de la infraestructura y las plantaciones que sostenían la economía local. Este desastre natural marcó el principio del fin para la colonia, llevando a muchos de sus habitantes a vender sus propiedades y regresar a Estados Unidos.
A pesar de la desaparición gradual de la comunidad estadounidense en La Gloria, la memoria de aquellos pioneros perdura, especialmente en figuras como William Stokes, conocido como «el último americano en Cuba». La historia de Stokes y su familia es un testimonio de la profunda conexión que algunos colonos desarrollaron con la tierra y la gente de Cuba, una conexión que trascendió las dificultades económicas y las transformaciones políticas de la isla.
Hoy en día, La Gloria City es un eco del pasado, un lugar donde las ruinas y los recuerdos se entrelazan para contar la historia de un experimento de colonización que, aunque no prosperó como se había planeado, dejó una huella indeleble en el tejido cultural y social de la región. La construcción de una nueva iglesia en el sitio de la original, financiada por donaciones de Florida, es un símbolo de la persistente conexión entre La Gloria City y sus raíces estadounidenses, un puente entre el pasado y el presente que mantiene viva la historia de esta singular colonia en el corazón de Cuba.
