En la sombra de la realidad cubana, donde la escasez se ha vuelto la norma, surge un relato que arroja luz sobre las profundidades de la brecha entre la élite y el ciudadano promedio. En un país donde conseguir ingredientes simples es una tarea desalentadora, la hermana del primer ministro Marrero Cruz ha abierto un spa en Holguín, donde ofrece tratamientos faciales con productos desaparecidos de la canasta alimenticia de la población.
La periodista cubana Ninoska Pérez Castellón, en su espacio radial en La Poderosa 670 AM, destapó este tema, revelando cómo Tamara Marrero Cruz maneja su negocio y atrae a clientes mediante publicidad en redes sociales y el contacto directo en el hotel Paradisus Río de Oro.
Pérez Castellón se cuestiona cómo Marrero Cruz logra obtener ingredientes tan lujosos en un contexto económico donde la escasez es la regla. La respuesta parece evidente: su influencia familiar, vinculada al primer ministro Marrero Cruz, podría ser la clave para acceder a estos productos codiciados.
Este escenario plantea un contraste impactante entre el discurso oficial de austeridad y la realidad de una élite que disfruta de lujos inaccesibles para la mayoría. En un país donde la leche y el yogur son bienes escasos, incluso para los más vulnerables, resulta chocante ver cómo los dirigentes tienen acceso a estos productos para sus emprendimientos capitalistas.
La dificultad para acceder a ingredientes simples para recrear las mascarillas caseras más básicas resalta la creciente brecha entre la élite y el cubano promedio. Esta situación se agrava al considerar que incluso el azúcar, un símbolo nacional, se ha convertido en un artículo de lujo que hasta Fidel Castro calificaría de vergonzoso tener que importar.
Más que un lugar de relajación, el spa de Marrero Cruz se ha convertido en un símbolo tangible de la disparidad socioeconómica en Cuba. Mientras algunos luchan por conseguir lo básico, otros disfrutan de lujosos tratamientos faciales con productos ausentes de la dieta de la mayoría.
Este relato nos lleva a reflexionar sobre las desigualdades arraigadas en la sociedad cubana y plantea preguntas incómodas sobre quién realmente se beneficia del sistema vigente. En un país donde la escasez es la norma, la historia de este spa exclusivo sirve como un recordatorio doloroso de la realidad que enfrentan muchos cubanos a diario.