La crisis actual en Cuba es vista por muchos como una sombra aún más oscura que la del “Período Especial” de los años 90, un tiempo ya de por sí marcado por la adversidad y la escasez. La desintegración del bloque soviético dejó al régimen cubano sin su soporte económico vital, desencadenando una serie de eventos que llevaron a la nación a una profunda crisis. La falta de combustible, los apagones, la paralización del transporte y la agricultura, y la escasez generalizada se convirtieron en el pan de cada día para los cubanos.
En respuesta, el gobierno de Fidel Castro implementó medidas como la legalización del dólar, la apertura al turismo y las remesas, buscando desesperadamente fuentes alternativas de ingresos. Sin embargo, estas medidas solo sirvieron como paliativos temporales a una situación estructuralmente crítica.
La crisis de aquel entonces tuvo un impacto directo en la salud y el bienestar de la población, llevando a un aumento de la malnutrición y las enfermedades, así como a un descontento social que culminó en protestas y una crisis migratoria sin precedentes.
Comparando aquellos tiempos con la situación actual bajo el mando de Miguel Díaz-Canel, muchos cubanos sienten que la crisis actual es aún más grave. La llamada “coyuntura económica” que comenzó en 2019 solo ha empeorado, exacerbando la pobreza, la desigualdad y el colapso de los servicios públicos esenciales.
La economía cubana muestra signos de un deterioro aún más profundo, con la industria azucarera y el sector agrícola en declive y el turismo, una vez salvavidas de la economía, gravemente afectado por la pandemia. La percepción generalizada entre los cubanos es que el país nunca ha salido realmente del “Período Especial”, y que la situación actual es una versión intensificada de aquellos difíciles años.
Las voces de la población reflejan una profunda desilusión y desesperanza. Los relatos de las dificultades diarias, como la lucha por proporcionar un simple desayuno a un hijo, subrayan la gravedad de la crisis. La inflación descontrolada y los precios exorbitantes hacen que incluso las necesidades básicas sean inalcanzables para muchos.