En el vasto y colorido mosaico de historias que conforman el tejido de la vida cubana, la de Alberto González resplandece con un brillo particular, narrando el viaje de un chef de renombre internacional que decide retornar a sus raíces en La Habana para emprender un nuevo capítulo en su vida. Su trayectoria es un testimonio de pasión, dedicación y un amor inquebrantable por la gastronomía, que lo llevó desde los prestigiosos salones de la alta cocina europea hasta la calidez de su tierra natal, Cuba.
Alberto, cuya formación académica en Ingeniería Química en Alimentación le otorgó un título de Chef de Cocina, comenzó su andadura profesional en la isla, pero fue su talento y habilidad lo que pronto lo llevó a cruzar el Atlántico hacia las Islas Canarias. Su destino cambió en 1996, cuando se le presentó la oportunidad de trabajar en la Bodeguita del Medio de Milán, un establecimiento que marcó el inicio de su aventura en Italia.
Durante su estancia en Italia, Alberto no solo perfeccionó su arte culinario, sino que también se granjeó el respeto y la admiración de la comunidad gastronómica internacional. Su dedicación y maestría en la cocina le valieron distinciones tan prestigiosas como la Medalla de Bronce en Artística de Cocina Internacional, la Cuchara de Oro, el Tenedor de Plata y, lo más destacado de todo, la Estrella Michelín, un honor que mantuvo durante tres años. Sin embargo, a pesar de este reconocimiento, Alberto decidió renunciar a la estrella, buscando un cambio de ritmo y menos presión en su vida profesional.
Con el deseo de regresar a sus raíces y emprender un nuevo proyecto, Alberto tomó la decisión de volver a Cuba. Fue allí donde nació SalchiPizza, una panadería que refleja su visión única y su compromiso con la calidad y la originalidad. Este negocio, que comenzó hace más de tres años, fue el resultado de una inversión considerable y de la aplicación de sus conocimientos en física para crear un ambiente fresco y acogedor sin necesidad de aire acondicionado.
SalchiPizza se distingue por su oferta de panes especiales y únicos, que incluyen variedades con semillas como zenape, calabaza, girasol, lino y amapola, así como los populares panes de ajo y cebolla y el auténtico pan integral, elaborado con verdadera harina integral y sin levadura. Alberto, fiel a su filosofía de trabajo, se involucra personalmente en el negocio, trabajando codo a codo con su equipo como un empleado más.
A pesar de su éxito, Alberto prefiere que la calidad de sus productos hable por sí misma, evitando la publicidad excesiva y confiando en que la excelencia de su panadería atraiga a los clientes. La inspiración para su pan integral proviene de su abuela, quien solía hornear pan en casa durante su infancia. Alberto ha conservado esta tradición familiar, enriqueciéndola con su experiencia y los ingredientes que trae de sus viajes al extranjero.
El nombre de SalchiPizza, curiosamente, tiene sus raíces en un proyecto inicial que se centraba en la morcilla, pero las dificultades para conseguir los ingredientes necesarios llevaron a Alberto a adaptar su visión, manteniendo el nombre original como un recordatorio de su evolución y adaptabilidad.