El Brigadier General retirado y ex Fiscal General de la República de Cuba, Juan Escalona Reguera, falleció a la edad de 87 años, víctima de complicaciones derivadas de una bronconeumonía mientras estaba internado en una institución dedicada al cuidado de oficiales en retiro. Su deceso marca el fin de una era para aquellos cubanos que vivieron de cerca los turbulentos años de las causas judiciales 1/89 y 1/90, episodios que sacudieron los cimientos de la nación y en los que figuras de la talla de los generales Arnaldo Ochoa Fuentes y José Abrantes fueron juzgados y condenados en procesos que capturaron la atención del público por alegaciones de narcotráfico y traición.
Escalona, un personaje emblemático de la Revolución Cubana, era reconocido no solo por su carrera militar sino también por su formación como abogado y su estrecha relación con figuras clave como Raúl Castro y su participación en la lucha junto a Frank País. A lo largo de su carrera, Escalona ocupó puestos de gran relevancia en el gobierno de Fidel Castro, destacándose como Ministro de Justicia y Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, roles que desempeñó con una dedicación que dejó una huella imborrable en la historia política y legal de Cuba.
Durante más de dos décadas, Escalona ejerció como Fiscal General, una posición desde la cual influyó profundamente en el sistema judicial cubano, hasta que en 2010, a través de un comunicado, se anunció su retiro por motivos de salud. Su vida comenzó en Santiago de Cuba el 22 de junio de 1931, y desde joven se sumergió en la lucha revolucionaria, uniéndose a las guerrillas en la Sierra Maestra bajo el mando de la columna II Frente Oriental ‘Frank País’, liderada por Raúl Castro.
Con el triunfo de la Revolución en 1959, Escalona asumió roles clave dentro del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, llegando a ser Jefe del Estado Mayor del Ejército Occidental. Su legado incluye la redacción de la Ley del Servicio Militar Obligatorio y la fundación de los «comités militares» que se establecieron en cada municipio del país, estructuras que fortalecieron la organización militar y cívica en la Cuba post-revolucionaria.
Su influencia se extendió más allá de las fronteras cubanas, especialmente durante la guerra de Angola, donde jugó un papel crucial en la dirección del Estado Mayor General desde Cuba. Además, lideró el grupo encargado de redactar el nuevo Código Penal cubano en 1987, contribuyendo significativamente a la legislación que rige actualmente los tribunales, notarías y registros civiles en la isla.
Sin embargo, uno de los momentos más desafiantes de su carrera fue su participación como fiscal en la Causa 1, el juicio que culminó con el fusilamiento de Arnaldo Ochoa y otros militares de alto rango, un evento que puso a Cuba en el centro de la atención mediática internacional. Años después, Escalona reflexionó sobre la complejidad de llevar a cabo tal misión, destacando la dificultad de juzgar a antiguos compañeros de lucha.
Tras su retiro en 2010, Escalona vivió alejado del ojo público, rodeado de rumores y especulaciones sobre su vida y carrera que nunca fueron confirmados. Su partida cierra un capítulo en la historia de Cuba, dejando tras de sí un legado de servicio, controversia y un profundo compromiso con los ideales que guiaron su vida.