Hilda Rabilero, de ser uno de los rostros más conocidos y populares en Cuba ¿al olvido?

Redacción

Hilda Rabilero, una luminaria de la televisión cubana, emergió de una familia impregnada de arte y humor. Su tío, el renombrado humorista Guillermo Álvarez Guedes, y su madre, Eloísa, actriz de la televisión cubana, le brindaron un entorno creativo desde su nacimiento en La Habana. Su incursión en el mundo del espectáculo fue de la mano del director Pedraza Ginori en “Juntos a las nueve”, y no tardó en captar la atención del público como “La China del Cañonazo”, antes de alcanzar el estrellato con “Contacto”.

Durante su formación académica en la Escuela de Formación de Actores y en la Universidad de La Habana, donde estudió Lengua y Literatura Inglesas, Hilda se mantuvo vinculada a la televisión, aunque en un principio solo anunciaba la programación. Un episodio “desagradable”, del cual ha preferido no hablar, la alejó temporalmente de las cámaras, llevándola a ejercer como traductora. Sin embargo, su pasión por la comunicación la recondujo al medio, inicialmente a través de un segmento en la Revista de la Mañana.

El año 1983 marcó un antes y un después en su carrera cuando el Instituto Cubano de Radio y Televisión la convocó para liderar “Contacto”, un programa juvenil que pronto se convirtió en un fenómeno. Transmitido inicialmente de lunes a viernes por el Canal Seis, “Contacto” destacó por su frescura y la espontaneidad en el diálogo entre Hilda, el público y los invitados, convirtiéndose rápidamente en un favorito de la audiencia.

La segunda temporada de “Contacto” fue particularmente exitosa, capturando la atención del 84% de la población cubana y generando una avalancha de correspondencia de admiradores, incluidos reclusos. Los sábados, el programa llegó a alcanzar índices de audiencia históricos, superando el 80%.

En 1991, Hilda emprendió un nuevo capítulo en Estados Unidos, llegando a través de República Dominicana con la ayuda de su tío. En tierras norteamericanas, continuó ejerciendo su talento como comunicadora, primero en Unión Radio y luego en la WQBA, donde fue acogida con entusiasmo por la comunidad cubana en el exilio. Su trayectoria, marcada por la versatilidad y el carisma, la consolidó como una figura emblemática para varias generaciones de televidentes, tanto en Cuba como en el extranjero.