En las aguas cristalinas cercanas a la Bahía de Cochinos, se encuentra Cayo Piedras del Sur, un conjunto de dos cayos que juntos se extienden por un kilómetro y medio. Este lugar, conocido por su belleza natural intacta, se convirtió en el refugio personal de Fidel Castro poco después del intento de invasión en Playa Girón. Originalmente, este rincón paradisíaco era poco conocido, habitado únicamente por un farero, quien fue desplazado para dar paso a la visión de Castro de un retiro exclusivo.
La transformación de Cayo Piedras del Sur en un destino de ensueño comenzó con la llegada de equipos de construcción que alteraron su paisaje virgen. Se erigieron estructuras impresionantes, como un muelle de 60 metros, una residencia familiar en el sitio del antiguo faro, y un puente que conectaba los dos cayos. Además, se añadieron un helipuerto, un canal para embarcaciones, una estación eléctrica, y alojamientos para el personal de servicio, entre otras comodidades.
Este enclave privado no solo contaba con una casa principal, sino también con una casa de huéspedes equipada con piscina y jacuzzi, y hasta una instalación para misiles antiaéreos, todo bajo la discreta descripción de Castro de “una modesta cabaña de pescador”. La logística de este lugar se mantenía mediante un helicóptero soviético MI-8, que facilitaba el transporte y el abastecimiento desde y hacia el cayo.
Castro, apasionado por la pesca y la caza submarina, disfrutaba de estos pasatiempos a bordo del lujoso yate Aquarama II, acompañado de una flota de barcos y un equipo de seguridad que incluía guardaespaldas y patrullas marítimas. Este despliegue aseguraba la privacidad y la seguridad del líder cubano durante sus estancias en el cayo.
A pesar de su uso personal por parte de Castro y su familia, Cayo Piedras del Sur recibió a un número selecto de visitantes, entre ellos figuras políticas internacionales, empresarios y celebridades, quienes tuvieron el privilegio de experimentar este refugio exclusivo lejos de los ojos del público.
La historia de Cayo Piedras del Sur es un testimonio de cómo un lugar remoto y prácticamente desconocido se transformó en un símbolo de lujo y exclusividad, reservado para el disfrute de uno de los líderes más controvertidos del siglo XX. Este cayo, con su historia oculta y su belleza natural, permanece como un capítulo fascinante en la narrativa de Cuba y su complejo pasado político y social.