Doña Eutimia, el único paladar privado en Cuba incluido en la lista de los mejores restaurantes del mundo

Redacción

Doña Eutimia, una joya culinaria escondida en el corazón de La Habana Vieja, se ha ganado un lugar de honor en el panorama gastronómico mundial. Ubicada al final del Callejón del Chorro, cerca de la emblemática Plaza de la Catedral, esta paladar ha trascendido fronteras, siendo el único restaurante cubano reconocido entre los mejores del mundo.

Con más de dos décadas de historia, Doña Eutimia abrió sus puertas en lo que fue la casa y taller de escultura del esposo de la propietaria, convirtiéndose en un espacio donde la tradición y el arte se fusionan. El nombre del restaurante es un tributo a la memoria de una querida cocinera que, en tiempos pasados, deleitaba con sus platos a los artistas del Taller Experimental de Gráfica, incluidos renombrados pintores como Choco, Fabelo y Nelson Domínguez.

Leticia, la chef y propietaria de Doña Eutimia, es reconocida por su habilidad para transformar ingredientes locales en platos exquisitos que capturan la esencia de la cocina cubana. La autenticidad, el ambiente acogedor y el servicio atento son solo algunas de las razones por las cuales este restaurante ha capturado el corazón de quienes lo visitan.

Catalogado por la revista Newsweek/The Daily Beast como uno de los 100 mejores restaurantes del mundo, Doña Eutimia se distingue no solo por su cocina, sino también por la satisfacción inigualable que experimentan sus comensales. Entre los platos más celebrados se encuentran las chicharritas, la ropa vieja, los frijoles dormidos, el picadillo a la habanera, el pollo asado al estilo de Doña Eutimia, las frituritas de malanga con miel y los tostones rellenos, cada uno de ellos una oda a la riqueza de la gastronomía cubana.

La decoración de Doña Eutimia, con sus mamparas de madera y cristal, la paleta de colores cálidos y la música que ambienta el lugar, contribuyen a crear una experiencia gastronómica inolvidable. Este restaurante no es solo un lugar para comer, sino un viaje sensorial por las calles de La Habana Vieja, donde cada bocado cuenta una historia y cada plato es un homenaje a la cultura cubana.